Editorial #1: Esto es El Pez

El cuarto del fondo. La pieza que da al balcón. No se la puede llamar redacción. Se pelean. Cómo que no. Se ríe el del fondo. La pieza que da al balcón. Parque de los Patricios en marzo. Cómo viene. Cómo lo ves. Ya sale. Definieron qué es. Más o menos, está jodido. El lugar es un montón de papeles jeroglíficos. Mapas. El diseño de un cuadro hace de posavasos. Del otro lado de una computadora, una vocecita canta entre risas la misma melodía hasta que lo putean. Gordo no da para más este quilombo. Se ofrece un mate que amaga con lavarse en dos vueltas. Esto quema, salame. Alguien pregunta. Se contesta: muchas veces la línea es solamente estética, esperamos que lo que de alguna manera compartimos llegue.
—Está en la pieza que da al balcón. Ahí te atiende, está todo medio hecho un quilombo, si no te jode pasá nomás.
Paso y un pibe de rulos se para, me saluda y vuelve a su lugar. Editor. Lo miro: sin respuesta.
—Bancame un segundo. Estoy tratando de cerrar este quilombo —estira las vocales mientras piensa, ojitos fijos en los anteojos y anteojos fijos en la pantalla, lo que se mueve es el reflejo— che, contale cómo viene la mano que yo estoy con esto, hagan un mate por lo menos.
—Qué hacés, vení que preparamos unas tostadas y mientras te cuento. Ahora él termina y volvemos.
El mate se lava. Esto quema, salame. Mirá en realidad laburamos todos juntos hace un montón. Cómo se escribe selknam. Y, en distintas cosas. La última vez que nos habíamos visto hacíamos un programa de radio, después terminamos en cualquier otra cosa, como verás.
—Vení, pasá, ¿dulce o amargo?
—Amargo.
—Más vale, sino te iba a pedir que te retiraras o retirases.
El Editor ahora se tranquiliza un poco, pone las manos en la frente, sacando los rulos que se le pegan a la cara y se tira para atrás en el asiento.
—¿Llegaste bien?
—Sí, ningún problema. Está un poco complicado antes de llegar a Constitución, después se destraba.
No me quieren arruinar la sorpresa. Esta noche sale y lo ves terminado. Que cómo eligen los temas. No hay una elección del todo. Sabemos qué nos parece que vale la pena y tratamos de compartirlo de la mejor manera que sabemos. La cocina tiene platos en la bacha y mugre por todos lados. Nadie para a saludar están todos medio de paso. Cuento unas nueve o diez personas. Las estatuas de la cocina haciendo tostadas. Aprendemos cosas y las que no tratamos de ubicar gente, viste cómo se maneja.
—Vení vamos para allá que ya deben estar terminando.
Vuelvo. El balcón de la pieza está de noche. Ahora sí me dan bola todos. Están como contentos o no prestan atención. Esto quema, salame. Recién le contaba un poco: lo de cómo nos manejamos con los temas.
—Sí, mirá. Cómo te decía, el asunto es que se trabaje con un sentido, una idea de cómo hacemos las cosas.
—No termino de entenderlo —estoy usando mi mejor cara de dame explicaciones— ¿cómo hacen las cosas?
Terminado. Es que nos conocemos mucho y el criterio aparece. Mirá. La computadora a mi disposición. Esto es El Pez. Entrás directamente acá y ahí manejate vos. Los s-u-l-k-n-a-m así se escribe. Orgullo nacional, este tipo jugaba en la época de Perón. Acá entrás por cualquier lado, en realidad. El criterio acá no sé si se diluye, si no es de papel es porque no hay guita. Dos o tres chistes se escapan. No me gusta Dolina. Voy a tener que pedirte que te retires.