Gente bien de casas mal

escribe Antonio Doval▹
¿Casas que brotan del suelo y se vuelven edificios? Un disparate. Una nota hecha pensando usted y sus vecinos.






“Había casas, las primeras brotando apenas,
más adelante algo más crecidas, y al final era
 una calle de verdad, con sus edificios y su circulación.”
Boris Vian, La Hierba Roja (1950)

UN CICLO DE CINE

Ni casas sin gente, ni gente sin casa fue el título elegido para el ciclo de cine itinerante organizado por La Gomera de Barracas en el sur de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires durante el mes de marzo. La frase es una vieja consigna que se hace oír aquí y allá, tanto en rincones escondidos de las periferias como en el centro mismo de la civilización occidental. Pero el ciclo de cine dice ser sobre gentrificación y, entonces, nos preguntamos qué es eso. La gentrificación es el evolucionismo inmobiliario. Sucede cuando un barrio queda desplazado porque el lugar se puso de moda y la gente se tiene que ir de su casa de toda la vida porque ahora la zona es cara y ya no puede pagar los impuestos o las compras del supermercado. Muchos tienen que vender su casa para la construcción de un edificio, porque el de al lado vendió y la de enfrente también y bueno, qué se le va a hacer. No nos engañemos: claro está que casi siempre el que vendió, vendió por conveniencia económica. Pero entonces, por un lado, el antiguo vecino se ve desplazado a un barrio más alejado —acorde a su nivel de vida— y por otro lado la ciudad va perdiendo su carácter auténtico y propio. El término viene de la palabra inglesa gentry que se usaba para designar a la pequeña aristocracia.
Como se pudo ver en las distintas películas del ciclo organizado por La Gomera, el fenómeno está lejos de ser un problema meramente local: en todos lados y desde siempre las casas crecen para convertirse en edificios. Poblaron la grilla películas de Argentina, España, Portugal, Italia y Turquía, siendo la más antigua de 1963 y todo el resto de los últimos diez años. Ekümenopolis (Turquía, 2011), por ejemplo, es un documental que cuenta la transformación de Estambul en una metrópolis siguiendo el modelo europeo y el costo de esa transformación para los sectores excluidos. Otra película del ciclo, Le mani sulla città (Las manos sobre la ciudad, Italia, 1963), evoca desde la ficción la realidad del vínculo entre los intereses personales de políticos y empresarios (que en ocasiones allá y acá, antes y ahora, son las mismas personas), siempre en detrimento de las mayorías. En el documental turco se puede ver un montaje impactante de imágenes de todo el mundo de topadoras comiéndose las precarias casas de los reubicados, que muchas veces presencian desolados la triste escena, puteando y llorando en cualquier idioma. La película italiana, por su parte, comienza con un conflicto que se desata a partir de dos muertes en el derrumbe de un edificio que no cumplía la reglamentación urbanística en pos de la especulación inmobiliaria. Ambas escenas son tristemente familiares para el lector local, ambas películas son recomendables.
Todos sabemos que en el mundo contemporáneo pasan muchas cosas en todos lados, pero la vieja reminiscencia de creer que lo propio es único persiste todavía. Si bien sabemos que McDonald's y Coca Cola están por todas partes no siempre nos preguntamos sobre la universalidad del otro lado de la balanza. Por eso estoy muy agradecido con La Gomera, porque ver en esas películas de tan lejos y de hace tanto las mismas jugarretas del poder, las mismas crueldades, me cambió por completo la perspectiva a la hora de volver la vista para este lado.


CALLES DE VERDAD

Ejemplos reales de gentrificación sobran en la ciudad. Quizá el más evidente sea el caso de Palermo Viejo, que hace sólo unas décadas era un barrio marginal y anticuado y ahora es uno de los puntos con más movimiento en la ciudad, poblado de bares y locales de moda. Por eso el ciclo de cine no es casual: viene a cuento del proceso que actualmente se está dando en la zona de Barracas, La Boca y San Telmo, donde fábricas y casas antiguas van cayendo cada vez más rápido ante la embestida “renovadora”1.
El ciclo funcionó en bibliotecas, centros culturales y espacios alternativos del sureste de la Ciudad que en este contexto se ven en una situación de peligro de desalojo o marginalización. Durante los días de función circulaba en La Gomera una planilla de firmas acumulando voces en contra de la construcción de un carril exclusivo de Metrobús en la avenida Paseo Colón en San Telmo, que traería innecesarias demoliciones y aceleraría la mercantilización del barrio. En toda la ciudad particulares y grupos autoconvocados buscan evitar constantemente la destrucción del patrimonio histórico sin éxito. Y para colmo, cuando se logra impedir una demolición, el negocio inmobiliario encuentra la manera de transformar los espacios, como en el caso de la histórica confitería El Águila patéticamente devenida Starbucks.


CASAS SIN GENTE Y GENTE SIN CASA

El plan integral de vivienda para la Ciudad Autónoma de Buenos Aires que fue impulsado en 2012 por El Gleyzer y Juventud Rebelde/Rebelión (hoy Marea Popular) proponía entre otros puntos la reglamentación de un impuesto a la vivienda ociosa, un plan de urbanización de las villas, una nueva regulación de alquileres y la reforma del código de planeamiento urbano. Es que mientras el número de habitantes de la ciudad se mantiene estable desde hace décadas, la población en las villas creció un 50% entre 2003 y 2010. Por otra parte, en estos asentamientos el precio del metro cuadrado (en pesos) se duplicó y la proporción de inquilinos aumentó en forma sustancial, así como la porción del sueldo que es destinada al pago de alquileres2. Las investigaciones de María Mercedes Di Virgilio y María Carla Rodríguez, sociólogas del CONICET, concuerdan con estas organizaciones:
“Desde hace más de dos décadas la ciudad experimenta importantes transformaciones motorizadas por la acción pública y privada. Tímidamente, en las postrimerías de la década de 1980 y abiertamente desde 1990 hasta la actualidad, el desarrollo de inversiones inmobiliarias, la dinamización comercial, la oferta de servicios culturales y de recreación impulsaron la modernización y la valorización de ciertas zonas de la ciudad potenciando procesos de acumulación de capital.”3
Más adelante afirman que el núcleo de los grandes emprendimientos inmobiliarios en la actualidad se encuentra en los barrios de Núñez, Belgrano, Flores, Caballito y Palermo, donde predomina la construcción de edificios de departamentos pequeños y lujosos. Según el texto, un cuarto de las viviendas particulares de Palermo y Belgrano se encontraban deshabitadas en 2010 como consecuencia de la especulación sobre el valor de la propiedad.


CONCLUSIÓN

El problema de la vivienda es inseparable de un sinnúmero de otros asuntos, ya que por ejemplo de este se desprenden consecuencias profundas a nivel social, sanitario o de transporte así como estéticas y ecológicas. Sus facetas son muchas y muy diversas, pero de un modo u otro siempre el conflicto por la vivienda está presente en la agenda política y social del país. Actualmente son las tomas de tierras en Florencio Varela; hace no mucho era la patota de la UCEP que desalojó violentamente a muchos grupos de personas en situación de calle. De cualquier forma, cuando nos abocamos a la búsqueda de soluciones integrales y reales, nos encontramos siempre en última instancia con la misma conclusión: el problema es la primacía del interés financiero y de las inversiones ambiciosas por sobre los proyectos de integración urbana, mantenimiento y mejora de las condiciones de vida.
Ya una vez el capitalismo rompió los lazos sociales de las masas cuando las obligó a emigrar de las zonas rurales y los pueblos pequeños a las grandes ciudades condenándolas al hacinamiento y las miserias de la vida urbana. Creo que desde mediados del siglo pasado, además —de la mano de la emergencia del individualismo como ideología dominante—, la población urbana se encuentra cada día más aislada de su propio entorno. Siguiendo esta tendencia los grandes edificios ocuparon las ciudades desplazando los barrios de casas bajas y la calle se perdió como lugar de encuentro. Los vínculos territoriales se vieron fuertemente reducidos o desaparecieron, transformando la topografía citadina en algo parecido a un conglomerado de ratoneras habitadas por hombres y mujeres que casi no se vinculan entre sí, salvo —por supuesto— en las acaloradas reuniones de consorcio una vez cada tanto.



1 Ver: Hilda Herzer et al., Barrios al sur. Renovación y pobreza en la ciudad de Buenos Aires, Ed. Café de las Ciudades, Bs. As.

Ilustración por Julián Rodríguez F.Abril 2014