Tres para El Pez #2: Gabriela Cabezón Cámara

escribe Nicolás Piva▹
En esta edición de Tres para El Pez, Gabriela Cabezón Cámara nos recomienda tres películas que no se pueden dejar pasar.





Gabriela nació en San Isidro, provincia de Buenos Aires. Es periodista y escritora en Clarín y Revista Ñ. Estudió Letras en la Universidad de Buenos Aires. En su blog sintetiza “leo y escribo”. Publicó sus textos en diferentes antologías y revistas; participó en la antología Verso y reverso para No Hay Vergüenza Ediciones, junto a Patricia Suarez y Juan Guinot; y en 2009 publicó su primera novela, La Virgen Cabeza, que narra muchas cosas que no les voy a contar porque como firmo con mi nombre puedo obligarlos a ir y leerla. 
En 2011, la editorial digital Sigueleyendo.es invita a autores contemporáneos a escribir cuentos clásicos infantiles reversionados para adultos.Es así como aparece Le Viste la Cara a Dios: a partir de la imagen de una persona que por una maldición permanece reclusa en una cama, se esboza esta reversión, en forma de poema, que compromete a los lectores con el mundo de la trata de personas. Sobre la base de este texto, junto al trabajo de Iñaki Echeverría, nació la novela gráfica Beya (Eterna Cadencia 2013).
El 13 de marzo de este año se presentó su nueva novela, Romance de la Negra Rubia, que cuenta la historia de una mujer —okupa—, que se prende fuego cuando intentan desalojarla; sobrevive y se ve convertida en líder de una comunidad de artistas. Tampoco ahora quiero contar mucho más, pero puede afirmarse sin faltar a la verdad que todas las líneas que se proponen desde la lectura sobre lo superficial, sobre lo efímero y mediático, la relación entre el arte y la vida, el uso de la palabra en la maleabilidad de su forma, la idea de sacrificio como origen de las cosmogonías, hasta el valor de cambio de los muertos, todo convive maravillosamente, incluso cuando los desenlaces puedan ser descabellados, barrocos o serios. Listo, no hablo más.


:: TRES PELÍCULAS PARA EL PEZ
1. Lucy, Pepy, Bom y otras muchachas del montón
2. Gatica
3. Tan de repente
La primera, por la risa: fue una película liberadora para mí, veía en el cine lo que por ahí estaba pasando en lugares como el Parakultural, en mi propia vida, pero no sabía que eso podía también llegar a un arte más central, mucho menos marginal, como es el cine. La segunda, porque es una épica peronista, la primera que yo vi, y es hermosa y conmovedora. La tercera, por lo fresca y original.

En alguna entrevista afirman que La Virgen Cabeza, Beya y Romance de la Negra Rubia conforman una trilogía. ¿Considerás que es una lectura válida? ¿En todo caso, existió una intención previa?
No, nada de intención previa. Pasó nomás, que empecé a sentir que algo se había cerrado cuando terminé Romance… Y sí me parece una lectura válida, pero va a ser más notable cuando publique lo que estoy escribiendo ahora.

En el libro aparece una idea del principio aleatorio: “Porque hay que comenzar a contar por algún punto y podría ser cualquiera […]”. Y, al mismo tiempo, el sacrificio aparece como un momento caprichoso, si se quiere, que crea un mito de origen, un héroe.  ¿Qué constituye y qué consecuencias implica ese poder, tanto por la legitimidad como por la capacidad de generar una marca de principio? ¿Suponés que es un fenómeno universal? 
No, de ninguna manera me parece un fenómeno universal: hay millones de víctimas y de sacrificados que no consiguen nada a cambio. Lo que constituye el poder, en el caso de la novela, es el deseo de los otros de usar a la Negra Rubia como emblema de resistencia; apropiarse de ese emblema teniéndola a ella en las propias filas. Fuera de la ficción, observo que es propio de la publicidad y la política comerse, ¿o sería mejor decir cooptar?, a personas o hechos que representan algo en especial, algo deseable, algo valorado como bueno, para, digamos, sumarle ese algo a su marca.

Ópera cumbia y desgrabados en La Virgen Cabeza, novela en verso en Beya, romance en este último libro, ¿qué valor tiene la palabra en su registro oral dentro de tu escritura? ¿Qué se conforma con el ritmo de cada género?
Me interesan las literaturas populares. De ahí, supongo, la fascinación que tuve con la griega antigua o con la medieval. Esas literaturas tienen una impronta poderosísima de lo oral. La oralidad, además, me parece más rica, más innovadora, más creativa y más transgresora que la escritura en general. La lengua escrita es, muchas veces, hablo de los discursos masivos, una lengua mucho más fosilizada, cristalizada, una lengua que se remite al cementerio que son las normativas de las academias. El ritmo es una de las posibilidades de la palabra que es, primero que nada, sonido y también es una constante en las literaturas orales, que lo necesitaban bien marcado porque así era más fácil tanto memorizar como improvisar: es más sencillo si la base rítmica es clara. Últimamente estuve explorando eso.

La mezcla entre arte y vida es un concepto con el que jugás mucho y acá se explicita. ¿Cómo ves esto fuera de la ficción? ¿Te parece que a la hora de definir un tipo de escritura se pueden usar las palabras de la narradora “[…]me quedo así, medio barroca […]”?
Fuera de la ficción la mezcla entre arte y vida es un modo de vida. Cuando se escribe, se escribe siempre, la cabeza está escribiendo siempre: ¿cómo separar lo que alguien piensa o fantasea todo el día de lo que es su vida? Se es en ese pensar y en ese fantasear también. Y sí me parece que se puede definir un tipo de escritura diciendo “[…]me quedo así, medio barroca […]”, aunque no sé si la mía que es barroca del todo.

En el libro aparece Gabi como narradora y las notas al pie son algunas referencias de sus impresiones. ¿Creés que es más intimista —por llamarlo de alguna manera— que tus otros libros? ¿Cómo te llevás con la idea?
No sé si es más intimista. Todo lo que escribo lo escribo con emociones que son completamente mías. Es cierto que aquí le di mi nombre a la narradora, eso es una marca, sí, algo de ese personaje también soy yo, pero me pasa lo mismo con todos los personajes. No sé si te puedo contestar esta pregunta, no sé por qué le puse mi nombre. Aparece una vez sola ese nombre, no tiene mucha entidad el nombre de un narrador que narra en primera en general, sobre todo si habla solo como es el caso de la Negra Rubia.

En una de las notas al pie mencionás a Hugo Salas. Al mismo Hugo le escuché explicar uno de los problemas que él tenía con muchos de sus contemporáneos: parafraseando libremente, dijo que el problema era la falta de un contenido argumental. Como cinéfilo comparaba las idas y vueltas de Casablanca en contraposición con la crisis existencial de una pareja que se pelea ante no saber qué gusto de helado pedir. Esta idea también podría pensarse en relación a lo que dice Aira cuando propone que sus libros “cuentan historias”. Si hay algo que tienen tus libros son contenidos bien formulados y una mirada compleja sobre la misma historia. ¿Creés que responde a una necesidad parecida a la que Hugo plantea?
Yo no lo enunciaría de modo tan taxativo como Hugo, que es un gran escritor y un muy agudo lector. Tampoco podría enunciarlo de modo tan gracioso, me parece. Y no estoy segura de que la crisis existencial de una pareja que no sabe qué gusto de helado pedir no pueda ser una buena novela. En general no tengo idea de qué historia voy a contar cuando estoy escribiendo. Parto de alguna imagen, busco una voz, un ritmo, y luego una palabra lleva a la otra. Cuando se amontonan van tejiendo algún sentido que condiciona a lo que sigue y así voy armando, o se me va armando, la historia. La crisis existencial de la pareja del helado también podría ser una historia: no creo en las historias grandes o pequeñas ni en que las historias sean lo de más peso en la literatura. Lo de mayor peso es la escritura. Las historias son más o menos siempre las mismas, creo.

En alguna entrevista advertís que con el paso del tiempo lo único que perdura interesándote es la literatura, siendo así, ¿cómo ves el panorama actual de la literatura argentina? ¿Qué te dan ganas de leer?
Panorama potente, en ebullición. Me da ganas de leer prácticamente todo. En mi mesa de luz está, ahora mismo, Informe sobre ectoplasma animal, de Roque Larraquy, libro que disfruté mucho. En mi mochila, una crónica sobre usos y costumbres de los indios pampa, de Santiago Avendaño. En mi lista de compras, Una excursión a los indios mapunkies, de Agustina Paz Frontera. Mañana voy a la presentación de Brandsen, de Marcelo Plaza. El jueves pasado fui a la de El Affair Skeffington, de María Moreno. Y sólo te estoy narrando lo que está más a mi alcance esta noche.

¿Es cierto que podemos esperar nuevos trabajos relacionados con la gauchesca? 
Absolutamente. El último par de años ha sido elocuente. El gran surubí, esa maravilla de Mairal. El guacho Martín Fierro, de Oscar Fariña. Modestamente, mi Le viste la cara a Dios está en esa tradición. Habrá más.


Abril 2014