De boca en boca

escriben Nicolás Piva y Nacho Castillo ▹
El Pez Digital estuvo en el Homenaje a Alorsa que organizaron los chochamus de La Guardia Hereje junto a Lucio Arce en el Teatro Orlando Goñi.
Algunos cómplices llegaron al teatro muy temprano: ocho y media mandaron a uno a espiar si ya había gente. Se había dicho a las nueve y los muchachos del Goñi se prendieron con la chanza: subamos horarios distintos a ver qué pasa. El ciberespacio anunciaba con panfletos nunca impresos que a las veintiún horas estaría todo dispuesto, pero los comentarios aseguraban que recién a las diez de la noche, más o menos, estaría arrancando. De boca en boca, algún desesperado desde La Plata decidió que no quería perderse tampoco esta fecha y se vino en bondi; viejos y jóvenes, y no tan viejos ni tan jóvenes, se pelean con los relojes en la puerta del teatro Orlando Goñi, que no es tal cosa: portón abierto y que pase el que se anime.
Los intrépidos concurrentes avanzan sobre el portón y ganan el espacio: una sonrisa los recibe y los hace pasar, hay una cortina que por suerte se corre rápido. Para los que no saben, el Goñi es muy lindo; para los que sí saben, también (naturalmente). El lugar está tan ansioso como todos los que se sientan en las mesitas: las luces bailan arriba de la pared de ladrillo a la vista; el lugar es grande y la acústica buena: todavía mejor cuando las mesas se llenan de esos cómplices que creen saber qué tienen en común, pero que igualmente no se entienden entre sí. Hay desubicados que piden la carta para ir picando algo y ratones que rascan entre ocho los bolsillos de la mochila juntando para la birra. Sin que nadie lo advierta demasiado, la emoción de la entrada se junta con tres sillas y un cajón peruano que miran desde arriba del escenario. Todavía falta… o ya nadie sabe a qué hora empieza.

La despedida, hace unos cinco años ya, del queridísimo Jorge Pandelucos fue difícil y creemos (ahora tomamos la palabra, porque no hay mejor forma de hacerlo) incompleta. El gordo Alorsa dejó algo que parece indefinible en sí mismo, por eso siempre se esquiva la pregunta: es más fácil ver lo que despiertan las cosas que hizo, el cariño con el que se lo recuerda. Alorsa se fue y dejó atrás suyo un montón de gente que se emociona y que se ríe al mismo tiempo. Se hizo cargo de mostrar un camino: no se pretende contar quién fue, porque por suerte ya no es tan necesario; sí es necesario tratar de entender qué hizo para que todavía los temas suenen por todos lados, qué hizo que nos puso a cantar a todos. No importa si el tango se fue, volvió o está en el bondi que viene atrás, lo que importa es que está y está para quedarse y volvernos cómplices. No sabemos si el gordo trajo al tango de una oreja y nos dijo “se los presento, acá estaba, sólo que no le daban bola”, pero sí sabemos que nos hizo cómplices, nos guiñó un ojo y nos hizo ser parte de lo mismo: abrió el juego y le cambió las reglas, lo hizo todavía más divertido. A Jorge por ahí le dijimos chau pero no lo despedimos porque sabemos —cuando en el Goñi una señora aplaude y las luces bajan— que de alguna forma sigue estando.

Homenaje a Alorsa presenta a los músicos de siempre de La Guardia Hereje. El escenario son aplausos. De izquierda a derecha, Fernando Tato, Sebastián “Gnato” Marin y Leo Gianibelli, que se sienta en el cajón ya con ganas de pararse y dar unas vueltas. Entre los guitarristas aparece Lucio Arce agradeciendo el lugar, la posibilidad, la invitación, todo junto en un puchito de palabras que se tropiezan. ¿Por qué pensaron en Lucio para darle voz a las canciones de Alorsa? Cruzamos algunas preguntas tiempo antes de que subieran a tocar. Ahora en el escenario, nos responden sin que preguntemos. “Lo elegimos a Lucio porque sabíamos del afecto y el respeto mutuo que se tenían con Jorge; ese respeto se vio reflejado en el compromiso y la respuesta de Lucio para un ‘desafío’ muy grande”. Suena La pesadilla, Lucio, todavía algo nervioso, afirma “este tema me encanta” cuando ya está sonando. “¡Aaay sí!” se emociona una señora cuando escucha que “San Cayetano junaba contento al mundo, porque el día que todos trabajen él va a tener que buscar laburo”.
En el transcurso de la noche no faltaron grandes clásicos, que fueron debidamente comentados por Lucio: No es posible un mundo mejor con árbitros bomberos (“de los mejorcitos”), Princesa guaraní (“este me encanta”), Para verte gambetear (“en una época muy especial, este tema que es una maravilla, ¡de los mejores, eh!”), Pobre enano de jardín, (“este es el tema de él que me gustaría haber compuesto yo”) El pelado y la mocosa, Sin orsai, Calavera platense todos merecen una historia, un gesto y un chiste, todos tienen un recuerdo… venían de hacer dos presentaciones en La Plata del Homenaje a Alorsa. Preguntamos, también, cómo se recibió allá la propuesta. “Creemos que muy bien, era una de las preocupaciones que teníamos y la verdad es que no tuvimos más que elogios y agradecimientos.” De boca en boca llegó el rumor, y en boca de Lucio, que se peleaba mano a mano con los temas de Jorge, se aclaró todo. Martín “El Pitu” Frontera iba a asistir a Lucio bancando los trapos del recitado hereje, pero por motivos de fuerza mayor no pudo ser. El rumor estaba aclarado, pero aun así había un gesto que no podía ausentarse. Se escuchó fuerte y claro, que una gitana le leyó en la borra del café —a él, al gordo, a nosotros, nos lo dijo al oído— que Vuelve el tango. Alguien aplaudió de pie y más de uno se tapó el lagrimón para que no lo reconocieran como un cómplice más.
La noche fue más que nada, una muestra de cariño. “El mundo se divide en dos”, comentaba Lucio, “los que hacen y los que te critican”. No hizo falta aclarar mucho más. Los ya clásicos de Alorsa volvieron en miles de formas que la gente reconocía. A partir del tercer tema, la señora de la mesa del fondo no podía dejar de acotar “Aaa, qué gran tema”, “¡Eso es muy cierto!” “¡Qué genio el gordo!”. Los arreglos de los temas, a cargo de Tato y el Gnato, fueron una maravilla. Sonaron también Canción para Mandinga, Cabulera, La nena, Tristeza de domingo, Tántalo criollo, Pajarito de colores; por no mencionar la muy simpática versión con pantomimas a cargo de Leo de Clase 70. Maravillas. Hubo agradecimientos para todos, incluso nos mandaron a buscar a los amigos de Videoteca Hereje en Youtube.
La última canción fue Ezeiza, por si faltaba complicidad entre los que estábamos, por si faltaba dejar algo más en claro, por si se necesitaban pruebas del cariño, por lo que fuere. ¿A dónde vas? Es una pregunta que queda en el aire. Es una incertidumbre que nos identifica. Las preguntas son muchas y por ahí sobran, pero mejor que sobren:

¿Tienen intenciones de repetir la experiencia con otros músicos invitados en el futuro, más allá de los ya tradicionales Domingos con Alorsa?
En principio no; creemos que un espectáculo cuidado se hace así, pensando bien en quién es el indicado y con ensayo y dedicación... eso es lo que hizo Lucio; también se trata de respeto por el esfuerzo hecho por Lucio.
Cuando se habla de la obra de La Guardia Hereje, lo que resuena siempre es el cariño particular que hay por esa música, a pesar del tiempo que pasó desde que dejaron de tocarla en público. ¿Cómo viven esto ustedes? ¿Por qué creen que pasa?
Lo vivimos con mucha alegría, somos afortunados de ser de alguna forma coprotagonistas de esta historia. Con respecto a por qué, es simple: la obra de Jorge es fenomenal, es profunda, graciosa, emotiva… un capo, el tipo se sentaba solo con su guitarra durante treinta minutos y no volaba una mosca.
¿Quedó mucho material en el tintero?
No tengo una dimensión exacta de cuanto, pero sí hay cosas inéditas.
¿Dónde están los músicos de La Guardia Hereje hoy?
¡¡En las redes sociales!! Jajaja, somos de La Plata y vivimos acá con idea de tocar en la ciudad y en la Capital… solemos andar por las radios… ¡Veremos qué nos depara el destino!

Fotografía por Julián Rodríguez F.Junio 2014