La mentira del WWW

escribe Antonio Doval ▹
Ojo al piojo: nuevas leyes contraatacan las libertades de internet a nivel global. Fuera de lo virtual, los grandes líderes se deshacen en esfuerzos por controlar el nuevo éter. ¿Es posible un final feliz?

¡Qué fantástico es esto! ¡Qué impresionante! ¡Cuánta libertad! ¡Cuántas oportunidades tenemos acá! Acá donde la literatura tiene ciento cuarenta caracteres, las películas son sobre gatos adorables y las enciclopedias se pueden editar. ¿Qué haríamos sin este soñado edén digital? ¿Qué sería de nosotros?
Como habrán visto los queridos lectores (o como podrán ver, si así quisieran, los recién llegados o los despistados), parte de mi aporte a esta revista está condimentado de algo así como una militancia en pro de la internet y sus maravillas, un tema que puede llevar a muy falsas conclusiones (lo digo porque a veces me pasa a mí). Esta nota quiere ser, en parte, una advertencia, una salvedad que intenta excusar lo que parecería ser una visión idílica y simplista de este medio que, como todos, está repleto de contradicciones y pujas de poder.

EL MESÍAS INTERNET

“Las decisiones culturales empiezan de a poco a estar en nuestra manos, ya no le hacemos caso a altavoces únicos que nos dicen lo que hay que hacer: somos nosotros los que comunicamos. [...] Internet llegó hace un tiempo para unirnos, para decirnos que se pueden hacer cosas juntos.” Pucha que son palabras fuertes. Pero bueno, ¿cuánto tienen de cierto? Las dijo Hernán Casciari mientras hablaba de cómo él pudo “matar al intermediario”, de cómo gracias a la internet este argentino viviendo en Barcelona pudo lanzar su propia revista sin editoriales, distribuidoras o publicidad interponiéndose en el camino entre los escritores y sus lectores. La realidad es que, así como el video nunca mató a la estrella de radio, la internet todavía no parece haber matado al intermediario. Así es como podemos ver que estados, grandes medios y corporaciones se esfuerzan cada vez más por limitar las libertades de la red, en ocasiones frenados en campañas masivas de protesta, aunque en la mayoría de los casos triunfando sin más revuelo.
Así pasó hace unos dos años, ¿se acuerdan?, con las leyes SOPA y PIPA, esas que bajo el pretexto de la lucha incesante contra la piratería amenazaban servir como herramienta de censura ideológica permitiendo a los Estados Unidos cerrar cualquier página sin previo aviso o fundamento. Bueno, mientras estas leyes fueron pospuestas por el parlamento estadounidense (aunque no descartadas), los principales interesados en su aprobación se cagaron de risa pasando en secreto en más de treinta países el tratado internacional ACTA, algo de mucho mayor envergadura. Además, recordarán que el año pasado se destapó la inmensidad del control y el poder que la NSA yanqui tiene sobre los internautas de todo el mundo, con su aparato masivo de recolección de nuestros datos, nuestras conversaciones y toda nuestra actividad en línea.

NETMUNDIAL

El año pasado Dilma Rousseff anunció la conformación del NETmundial, la “Reunión Multisectorial Global sobre la Gobernanza de Internet”, en gran parte como respuesta al deschave del espionaje de la NSA. Este año el organismo nació efectivamente, con la participación de miles de voces de más de noventa países. A pesar de la retórica y la puesta en agenda, muchos creen que la falta de contenido y discusión profunda, así como la ambigüedad en las declaraciones, hacen de esto apenas más que una reunión vacía que aportará poco y nada a los verdaderos avances concernientes a los derechos y libertades de internet.
Siguiendo las tendencias del gobierno brasilero, en nuestro país se creó al mismo tiempo la Comisión Argentina de Políticas de Internet (CAPI). Y si bien en sus bases este organismo también se propone salvaguardar los derechos básicos de navegación —la neutralidad de la red entre ellos— muchos dudan de su verdadero alcance y sus posibles consecuencias: el Partido Pirata Argentino, por ejemplo, llama a estar “atenti a seguir lo que están haciendo”. Y en respuesta al NETmundial, los piratas de todo el mundo se manifestaron en apoyo del #OurNETmundial (Nuestro NETmundial), la réplica de los militantes de la internet libre que creen que “a pesar de la promesa, la versión más reciente del documento NETmundial Principios de la Gobernança de Internet es frustrante, porque está vacía de contenido real y no tiene fuerza.”

LA NEUTRALIDAD DE LA RED

Para ejemplificar la realidad de lo frágiles que son las libertades de internet veamos un caso actual de Estados Unidos, donde la neutralidad de la red está siendo violada gracias a maniobras legales de compañías de telecomunicaciones. Se espera de las compañías que ofrecen el servicio de conexión a internet (acá Fibertel, Arnet, etcétera) que garanticen un acceso constante a un cierto flujo de datos del que el usuario pueda disponer, sin imponer filtros en el contenido de ese flujo. Como el caudal de internet está siempre en aumento —al igual que la demanda de mayor cantidad y velocidad de conexiones— las leyes del capital dicen que los proveedores deberían mejorar su tecnología constantemente y ampliar su infraestructura para saciar esta demanda. En este contexto, algunos proveedores de servicio de internet (ISP por sus siglas en inglés) encontraron que cierto número reducido de sitios representaba una parte sustanciosa del caudal total; entonces, en vez de seguir la lógica del aumento en infraestructura, decidieron ofrecer a este grupo de sitios una especie de ‘vía rápida’ con un costo extra para garantizar su correcto funcionamiento. En criollo, es como si Fibertel le exigiera a Facebook cierta plata por el privilegio de garantizarle una considerable porción del ancho de banda total que proveen.
Paremos acá un momento. ¿Qué quiere decir todo esto? Por un lado, cuando el ISP dice que está haciendo esta ‘vía rápida’ para ciertas páginas, lo que en realidad sucede es que lisa y llanamente se las privilegia por sobre las otras. Así no sólo se beneficia a unas sino que se perjudica a todo el resto. Porque en realidad esa vía no es una nueva ‘autopista de la información’, sino que más bien es algo como un carril exclusivo en una ruta que ya existe, lo cual lógicamente hace que el resto del tráfico se lentifique, limitando las posibilidades de los sitios más pequeños para crecer y fomentando la monopolización de la industria.
Por otra parte, veamos lo ridículo de la situación en términos de mercado: presumiblemente, una página de internet muy popular hace que más gente utilice el servicio, es decir, que la demanda de conexiones aumente, y esto, lejos de ser perjudicial para el proveedor de la conexión, es obviamente beneficioso porque significa más clientes para él. En realidad lo que está sucediendo es que las ISP en Estados Unidos (igual que acá) representan un oligopolio con un poder directamente proporcional a la popularidad del medio, que va evidentemente en ascenso. Entonces, al ver que determinados sitios requerían desesperadamente de sus servicios, los ISP manipularon las leyes existentes para extorsionar a sus dueños. Porque lo cierto es que Netflix, por ejemplo, depende fundamentalmente de que el acceso a su página sea rápido y sostenido. Vemos que, entonces, para mantener la calidad del servicio y por ende la rentabilidad de la empresa, no les queda otra opción que resignarse y pagarle ese extra al ISP. Esto es algo que ya sucedió.
Lo peor de todo es que tener el poder de privilegiar una página implica tener el poder de limitar otras. En términos capitalistas se atacan las libertades de mercado y se limita el crecimiento de la industria; en términos más generales se abre la posibilidad a la censura ideológica y al control de la información. Sea como sea, esto no puede seguir pasando.

CONCLUSIÓN

En resumen, son muchas las puertas que abre internet y queda en nosotros celebrar y aprovechar sus oportunidades. Pero si bien las redes sociales, por ejemplo, proporcionaron un canal importantísimo para la difusión de las protestas en Egipto y el movimiento Occupy, también sirvieron en bandeja todos nuestros datos para que el gobierno yanqui se haga el festín de espionaje que se hizo. No podemos dormir en los laureles pensando que estas libertades son eternas y absolutas, que “internet llegó para unirnos” y que esto va a ser siempre así. Si queremos un internet verdaderamente libre, abierto y plural, tenemos que defendernos constantemente y estar siempre atentos a las amenazas que llegan desde todos lados.

Ilustración por Julián Rodríguez F.Junio 2014