Tres para El Pez #4: Diego Golombek

escribe Nicolás Piva▹
En esta edición de Tres para El Pez, Diego Golombek nos recomienda tres plazas para salir a pasear.
Diego Golombek es biólogo, investigador, profesor, escritor, actor y, como si hiciera falta, un flaco premiado por todo lo que hace. Desde hace años, existe otro público para su trabajo, que lo ve moverse en la pantalla de la tele o la compu: videos, notas, charlas, conferencias o el ciclo Proyecto G, que conduce en Canal Encuentro, son algunas de las búsquedas para probar en casa, si es que todavía no lo conocen.
Ha escrito para los diarios Página 12 y La Nación, dirige la colección Ciencia que Ladra (Siglo XXI) y ha publicado los libros Cronobiología humana (2002),  Cavernas y palacios, En busca de la conciencia en el cerebro (2008), y Sexo, drogas y Biología (2009). En co-autoría, publicó Cronobiología: Principios y aplicaciones (1997), El cocinero científico (2002) y La ciencia en el aula (2005). Además de trabajar mucho tiene tiempo para leer y seguir trabajando: Demoliendo papers (2005) lo dibuja como compilador y Cosa Funesta (2004) o Así en la tierra (2012) son una muestra de sus emprendimientos literarios.
Simpático y —algunos dicen— hombre de mil talentos, Diego Golombek responde a este Tres para El Pez, que no le exige que conteste preguntas incómodas sobre el viagra, sino que únicamente lo sugiere. ¡Gracias, Diego!


:: TRES PLAZAS PARA EL PEZ
1. Plaza Armenia/Plaza Cortázar (Palermo)
2. La plaza que está arriba de Plaza Mitre (Recoleta)
3. Plaza del Águila (San Isidro)
Plaza Armenia y Plaza Cortázar son las plazas de mi barrio y, más específicamente, de mis hijos, entre hamacas, trepadoras y calesitas.
No sé cómo se llama exactamente, pero la plaza que está arriba de Plaza Mitre, en Recoleta, un rectángulo chiquito por donde termina la calle Gelly y Obes, con baranda que mira a la barranca, es absolutamente mágica.
La plaza del Águila (si se llama así en San Isidro, con una estatua gigante y terrorífica (al menos para el chico que recuerdo) de un águila con cadenas rotas. La pienso y todavía me da escalofríos.
Y una de yapa: el Jardín Botánico, hermoso por donde se mire, como diría un tal Benedetti “Cuando llueve en el Jardín Botánico / aquí se quedan sólo los fantasmas. / Ustedes pueden irse / yo me quedo”.

¿Cómo se construye la idea de ciencia? ¿En qué momento nos acercamos?
Seguramente nos acerquemos a la ciencia desde muy chiquitos, cuando tenemos la impunidad de las preguntas; todo es permitido, cualquier disparate amerita la mirada experimental y eso seguramente sea el germen de las ideas científicas. Como especie sentimos una cierta angustia frente a lo desconocido, y eso nos obliga a querer conocer el mundo, a robarle oscuridad a la naturaleza y pasarla para el mundo de la luz; allí la ciencia y la tecnología son fundamentales para tener un método que ordene la curiosidad y nos permita mirar con otros ojos.
Hay, por otro lado, una ciencia profesional, la que vienen se gana la vida trabajando de científicos y, por otro, una ciencia de todos los días, la que ocurre (‘pasa’) cuando nos permitimos la mirada del preguntón, del que no se queda tranquilo cundo aparece algo que le suscita interés, un patrón regular o algo que rompa dicho patrón.

¿Existe la curiosidad científica? ¿Nos ocupamos de trabajar con esa curiosidad en los distintos niveles del sistema educativo?
¡Por supuesto que existe! Y es lo que nos hace avanzar como bichos humanos. Pero muchas veces el sistema educativo va en contra de esa curiosidad, barriendo debajo de la alfombra (o del pizarrón) las preguntas que nos descolocan o van en dirección contraria al conocimiento establecido. Al mismo tiempo, falta una mirada experimental, en el sentido de saber comparar, estimar, poner a prueba las ideas y las hipótesis.

¿Cuál es el rol social de la ciencia y cómo ves la formación de científicos en el país?
La ciencia es la encargada de mirar racionalmente una sociedad, identificar sus problemas y ensayar soluciones, siempre en consonancia con otras miradas y otras disciplinas.
A nivel público la formación de los científicos en el país es excelente; algo estamos haciendo bien en la universidad nacional como para que los pibes salgan realmente bien formados, con buen criterio científico. Así hacen carretones acá o en el extranjero y, a veces, vuelven.

¿Qué es la cronobiología?
Hay un pedacito de cerebro que mide el tiempo y le dice al cuerpo qué hora es: es el reloj biológico, y de su estudio (y del de sus efectos) se ocupa la cronobiología. Ese reloj guía nuestro comportamiento y nuestra fisiología, en general de manera inconsciente (como casi todo lo importante que le pasa al cuerpo).
Organizamos nuestros horarios sociales (laborales, educativos, personales) en función de nuestra cronobiología, aunque a veces no le prestamos suficiente atención al reloj biológico y, así, dormimos mal o poco, intentamos desempeñarnos en horarios que no son los más adecuados, tomamos remedios en el momento en que no necesariamente son más efectivos, etc. Asimismo, hay claros componentes culturales en cuanto a los ritmos biológicos (vayan a esperar después de que un mexicano les diga “ahorita”, por ejemplo, o traten de encontrar un negocio abierto a las 3 de la tarde en Santiago del Estero).

Junto con Darío Sztajnszrajber hicieron Versus: La batalla del conocimiento, ¿qué implica actualmente un debate entre ciencias ‘empíricas’ y ‘formales’?
En Versus… exagerábamos al máximo un debate bastante antiguo entre ciencias naturales y sociales que, si bien puede considerarse perimido, sigue estando presente a la hora de comparar ‘logros’ de las ciencias, o cuando se planifican políticas y evaluaciones de la investigación o, más aún, cuando se toman prestadas nociones, palabras o metáforas de un bando para ser usadas en el otro, en general con resultados bastante deficientes.

¿Crees que la ciencia tiene un objetivo concreto?
El objetivo es, sencillamente, conocer el mundo, y para eso se inventa un método falible, cambiable, pero al mismo tiempo elegante y, si está bien aplicado, replicable por quien quiera hacerlo.

¿Ves el perfeccionamiento de la técnica como un avance, un retroceso o ninguna de las dos?
Para conocer el mundo nos basamos en los sentidos pero, a veces, no nos alcanzan; así, la tecnología puede considerarse como una extensión de los sentidos: microscopios para ver lo pequeño, telescopios para lo lejano, sensores para detectar ultrasonidos o infrarrojos, etcétera. En este sentido el avance de la técnica es indisoluble del avance de la ciencia.

Te presentábamos como un personaje casi de farándula. Esto tiene que ver, en realidad, con las expectativas que generás, ¿hay proyectos nuevos que podamos esperar?
¡De todo! Estoy terminando un nuevo programa para canal Encuentro, El cerebro y yo, planeando actividades para Tecnópolis, armando nuevos libros y, sobre todo, estoy a cargo del proyecto del futuro Museo Nacional de Ciencia que va a estar en el Polo Científico y Tecnológico (¡a pocas cuadra de mi casa!).


Junio 2014