Tres para El Pez #5: Gustavo Sala

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Tres ciudades para visitar de la mano del famoso historietista.

Hay un tipo de artista que posee el talento particular de nutrir con naturalidad de aquellos elementos que lo rodean al mundo que comprende su creación. Y estoy seguro que si dentro de cien años alguien se propone indagar acerca de la “cultura jóven” de nuestro tiempo, probablemente tenga que detenerse un buen rato en revisar los testimonios gráficos que conforman la obra del historietista marplatense Gustavo Sala.
Basta echar un vistazo cualquier viernes el timeline de alguna red social para comprobar que estamos hablando de uno de los humoristas gráficos de mayor circulación hoy por hoy. Creador de la ya clásica tira Bife Angosto que acompaña al Suplemento NO todos los jueves en el diario Página/12 y responsable de otros grandes éxitos como Lo que importa está acá o El amor duele, el llamado “historietista del rock” combina en sus inconfundibles viñetas el grotesco y la sátira abordando, sin perder de vista la función humorística de la tira cómica, desde las cuestiones más triviales hasta las más delicadas. Incursionó además en el teatro como guionista y  podemos escuchar sus intervenciones radiales en el programa Diario del futuro, de lunes a viernes a la medianoche por FM Nacional Rock 93.7.  
La sección cumple su protocolo: Aparte de entrevistarlo, aprovechamos que estamos hablando con una persona viajada para pedirle que liste tres ciudades. Como suele pasar, resulta en una buena excusa para meternos un poquito más en un ambiente cuyos pormenores desconocemos.      
¡Gracias, Gustavo! ¡Aguanten los redondos!

:: TRES CIUDADES PARA EL PEZ
1. Madrid
2. Lima
3. Montevideo
Me encanta la cultura española. La historieta independiente de allá, mucho de su cine, muchos de sus grupos pop y mucha de su literatura y revistas. En el 2011 pude estar ahí a partir de un libro editado por el sello Diábolo de Madrid y recorrer la ciudad fue realmente flipante.
La primera ciudad que conocí por fuera de argentina. Comienzos del 2011. Nunca me había subido a un avión ni salido de nuestro país y fui invitado a Lima Cómics, un evento hermoso lleno de dibujantes y fans. Lima es preciosa, su gente y su cultura, y también con una escena de cómic under muy potente y personal.
También la conocí en el 2011, luego de Lima y un par de meses antes de España, y, de nuevo, invitado a una convención de cómic. A ver, adivinen… Una convención de cómic en Montevideo, ¿cómo les parece que se puede llamar? Sí, adivinaron: Montevideo Cómics. Y bueno, para que las cosas queden claras, también otra ciudad preciosa con una cultura potente y unas bandas under buenísimas.

¿Qué fue primero? ¿El rock o la historieta?
Diría que fue primera la historieta. De chico me gustaba mucho la historieta franco-belga (Asterix, Tintín, Lucky Luke, etcétera), Patoruzito, Hijitus y ese tipo de cosas. Leía mucho de todas esas revistas y me gustaba el pop más masivo de aquella época (ubiquémonos alrededor del ’83-‘84): Soda Stereo, Virus, Miguel Mateos, Enanitos Verdes, etcétera. Digamos que me gustaba el pop bien de esa época. Algunas de esas bandas envejecieron bien y otras... no. Al rock mas rockero, digamos, llegué un poco después: The Cure, U2, Spinetta, Sumo, Don Cornelio… Y luego Peligrosos Gorriones, Visitantes, etcétera.

¿Dibujabas antes de empezar a pensar en términos de comic o llegó todo junto?
Creo que desde siempre asocié el dibujo a las historias y a las ideas, siempre pensando en contar cosas, chistes o situaciones.  Eso hizo que hoy me cueste relajarme y simplemente dibujar, sin pensar en guiones, remates, ideas y todas estas cuestiones que pueden llegar a ser limitantes también.

Las bandas suelen comenzar haciendo covers y de a poco introducen canciones propias en donde por lo general aparecen los primeros rasgos de personalidad. ¿En qué momento sentís que se empezaron a definir los tuyos?
No lo sé. Creo que todavía se están definiendo. No sé si tengo un estilo personal o algo así, qué se yo. Uno a  veces es tan susceptible a todo lo que ve, lee, le gusta y absorbe que se vuelve algo difícil tener un estilo propio. Quizás en algún momento haya aparecido y hasta quizás en algún momento aparezca. Bien tarde, de noche, tipo 5 de la mañana, cuando estoy durmiendo.

En una tira cargada de referencias culturales como Bife Angosto, ¿trabajás desde el guión el balance entre el guiño para el que la entiende y el desconocedor? ¿De qué manera?
A veces me gusta que funcione en los dos niveles: que entienda el código el lector más especializado, más del palo, y, digamos, mi vieja. Que si hago un chiste en el que aparece Ariel Minimal o Viva Elástico también pueda funcionar sin saber quiénes son estos personajes. Pero, de última, entendiendo que se trata de músicos. En estos dos casos, de grandísimos músicos. 
        
Que se genere efectivamente una polémica alrededor del humor provocador, ¿es la consagración del chiste?
No estoy seguro. Que una tira o chiste provoque revuelo y demás puede generar quilombo al pedo y no contribuir a nada. Alejar el foco del asunto y que se termine hablando de cualquier cosa. Pero sí me gusta y disfruto a veces el enojo de algunos lectores sin humor que se indignan muchísimo con un chiste de Charly García, ponele. Ojalá que lectores indignados no falten nunca.  

¿Qué experiencias te dejó la edición independiente en tus primeros años de carrera? ¿Creés que hoy en día es un primer paso necesario para quien quiera dedicarse a algún tipo de producción artística?
Cuando yo hacía mis fanzines en Mar del Plata, entre el ‘96 y ‘99, internet no era popular, no estaban las redes sociales ni, creo, los blogs y tampoco estaban todos los sellos independientes de cómic que hay que sacan cosas raras y buenísimas (Llanto de mudo, Editorial Común, Galería Editorial, Agua Negra, Musaraña, etcétera). Entonces, hacer circular tu revista fotocopiada era un vehículo ideal para enganchar lectores o eventuales laburos, más allá de divertirse, conocer gente, hacer lo que uno quiere, etcétera.
Hoy la situación es muy distinta y muchos dibujantes tienen mucho éxito en sus blogs y saltan derecho de internet al libro de papel, con muchos potenciales ejemplares vendidos. Igual, el fanzine es hermoso, a mí me encanta, y sigue siendo un precioso vehículo de libertad para hacer lo que se nos cante.

¿Tenés una rutina o trabajás respondiendo al impulso? ¿Hay mucho descarte?
No tengo una rutina muy prolija. Me voy guiando por lo que me va ocurriendo y por las fechas de entregas de los trabajos, pero es todo muy irregular. También están las ganas que tenga de ponerme a hacer una cosa u otra. Pero, puede haber un día de mucho trabajo y dos días de puro boludeo. Deberia comportarme como un profesional, que lo parió.

Incursionaste también en el teatro como guionista. ¿Cuáles son los puntos de encuentro y las diferencias entre la producción para el escenario y la misma para el papel?
Mi experiencia teatral fue breve pero intensa. Era pensar ideas que funcionaran mejor en un escenario y poniendo el cuerpo que dibujadas en un papel. Ideas en las que también fuera relevante el sonido, los objetos, el cuerpo, las voces… A veces se me ocurrían cosas para el escenario pero que funcionaban mucho mejor como historieta, y así terminaban, o al revés.

¿Estás atento a cómo vienen las nuevas generaciones de historietistas? ¿Hay algo por ahí que te haya llamado la atención en el último tiempo?
Sí, me gusta prestar atención a lo que va saliendo y se ve en eventos de cómic, ferias y demás. De la última camada de dibujantes uno de los más grosos es, lejos, Pedro Mancini, y después hay muy buenos humoristas que cada tanto aparecen en el suplemento Fierrito de la revista Fierro, como Mantrul, Juan Panno, Juan Ignacio Navarro, Iván Riskin y otros. Es un momento buenísimo para descubrir dibujantes nuevos. Mirá, allá viene uno. Uy, y allá otro. ¡Y otro! ¡Están por todos lados! ¡Socorro! ¡¡¡Aghhh, nos aplastan!!! ¡¡¡¡¡¡Arghhh!!!!!!


Julio 2014