Todos contentos

escribe Matías Rodríguez F.▹
Tratando de no pasar por alto la diferencia entre noticia e historia, Mati deja registro de un momento imprescindible: la aparición del nieto 114.


Era un monótono día de oficina, de trabajo, en el barrio de San Telmo, más precisamente en Venezuela y Piedras. De esos días apelmazados, llenos de expedientes aburridos que procesar. Ya habíamos almorzado y la segunda parte de la jornada estaba en marcha. Mis compañeros de oficina y yo hacíamos girar unos mates.

Miré el celular; 16:22.

En eso, un whatsapp. Carolina.

—Encontraron al nieto de Estela, estoy llorando, no lo puedo creer.
—¿Eh? ¿Dónde salió? —respondí.

Miraba para todos lados, como buscando cómplices. Dar este tipo de noticias sin un socio es arriesgado. ¡Qué, nadie tiene una radio prendida! Más vale chequear. El llanto y la sonrisa se disputaban un lugar en mi cara. Aguantaba. Mientras, abría cuanto medio y portal digital pudiera. La barra de progreso del navegador no daba más: Página/12, Télam, La Nación, TN y Clarín se iban abriendo. “ENCONTRARON AL NIETO DE ESTELA DE CARLOTTO” rezaba la portada de Infobae, que no mostraba otra cosa. Era cierto. Ahora sí.

—¡Che! Encontraron al nieto de Estela, boludo. ¡Lo encontraron! ¡Esto es increíble! —dije al primero que me crucé.

La sorpresa y la alegría se apoderaban de la oficina.

—Vamos para Abuelas, es acá cerca —respondió mi compañero— agarrá tus cosas que a las cinco hay conferencia de prensa.

A los diez minutos estábamos en viaje para la sede de Abuelas de Plaza de Mayo en la calle Cevallos. En el camino reflexionábamos sobre el momento. Nunca creí que iba a poder vivir este día. Digo más, pensé que cuando apareciera el nieto de Estela ya sería muy tarde. Por suerte no. Creo que eso es lo que nos alegró a todos. Y cuando digo a todos sé que estoy diciendo verdaderamente ‘todos’. Que esa abuela, luchadora incansable, esa abuela que había recibido a 113 nietos recuperados, a 113 hijos robados por la dictadura cívico-militar, ahora estaba recibiendo al suyo, al de su hija Laura. A Guido, al tan mentado Guido.

Llegamos a Virrey Cevallos 592 pasadas las cinco de la tarde. Ya se divisaban móviles de televisión en las inmediaciones. Las puertas del edificio estaban abiertas de par en par y la gente desfilaba sin descanso: algunos lagrimeaban, otros hablaban por teléfono sin poder ocultar su alegría, afuera los autos a bocinazo limpio. Subimos.
El primer piso estaba colapsado. Nos conformamos con un humilde lugar en el hall, al lado del viejo ascensor de puertas tijera. Adentro, la conferencia de prensa estaba por empezar.

Estela estaba feliz. Se la veía radiante. Afuera, apiñados contra la puerta, llorábamos todos. Hacía calor, qué importa. Sentíamos todos los presentes que estábamos adelante de la historia, casi palpándola.

Fue justicia y fue reparación histórica. Una vez más. Pero esta vez fue especial; quizá por el símbolo, por lo que significaba. Porque la presidenta de Abuelas, la abuela de todos, mi abuela, había encontrado a su nieto. A ese nieto que había estado buscando por más de treinta años.

Y esa alegría, porque sé que todo el mundo estaba feliz, no nos la quita nadie.

*Crónica escrita el 6 de agosto de 2014.


LA 115
Abuelas de Plaza de Mayo anunció el 22 de agosto la aparición de la nieta restituida número 115. Se trata de Ana Libertad, hija de Elena de la Cuadra y de Héctor Baratti, y nieta de Alicia Zubasnabar de la Cuadra, más conocida como “Licha”, una de las fundadoras de Abuelas, quien falleciera en el año 2008 sin poder conocer a su nieta.


Ilustración por El Vengador InfantilSeptiembre 2014