Dónde estaba

escribe Guadalupe Castro Clerici▹
A cinco años y ocho meses de su desaparición, el cuerpo de Luciano Arruga apareció enterrado en una fosa común del Cementerio de la Chacarita.
Luciano Arruga tenía dieciséis años y vivía en el Barrio 12 de octubre, cuando en 2008 la policía bonaerense le propone robar para ellos. Le ofrecen un arma, un vehículo, la liberación de la zona y como es menor, le aseguran que en caso de quedar detenido la salida será rápida. Todo esto para salir a robar a las casas de clase media de Lomas del Mirador. Por negarse y por andar con gorrita, Luciano fue demorado en la vía pública en varias ocasiones. La supuesta razón era siempre la misma, “averiguación de antecedentes”, para llevarlo detenido y encerrarlo en celdas comunes, con presos comunes, cuando —recordemos— era menor de edad. Fueron meses de duras amenazas, hasta que el 31 de enero de 2009, Luciano fue detenido por última vez y nunca más se lo volvió a ver.
Su familia empezó una búsqueda incansable: recorridas por hospitales del conurbano y Capital, salitas de emergencia y el propio destacamento, sin encontrar rastros. Búsqueda que continuó con una causa judicial, que en su carátula tuvo el título de “averiguación de paradero”,  negando la desaparición forzosa por completo. Un peritaje con perros determinó que Luciano estuvo en la Comisaría 8º de Lomas del Mirador, así como en uno de sus patrulleros que no cumplió con el recorrido pautado. El registro electrónico del vehículo señaló un recorrido por algunos descampados cercanos. A su vez existen dos testigos, que estuvieron detenidos en la comisaría esa misma noche, que relatan las torturas que le aplicaron a Luciano. Por no seguir ahondando en cuestiones específicas de la causa ni en sus arbitrariedades, mencionemos dos de las últimas: el 9 de enero del año pasado la causa se recaratuló como “desaparición forzada” y, en abril de este año, fue aceptado el pedido de habeas corpus para buscar efectivamente el cuerpo de Luciano.
Finalmente, el 17 de octubre de este año el cuerpo fue encontrado en una fosa común del Cementerio de la Chacarita registrado como NN, abreviatura de nomen nescio, que en latín significa “nombre desconocido”. Como si nadie lo hubiera buscado, como si nadie hubiera querido identificarlo.
Exactamente un año antes, la familia tomaba el destacamento exigiendo que se continúe la búsqueda, que la investigación se reanude seriamente, que Luciano aparezca. Buscaban, una vez finalizada la investigación, que ese lugar siniestro se vuelva, según sus propias palabras, “un Espacio para la Memoria con absoluta independencia del Estado, en recuerdo de nuestro querido Luciano y en lucha por todos los pibes de los barrios que la policía reprime, mata y desaparece con la complicidad de los poderes de turno.” Recién entonces se cumple la primera consigna que motivó la vigilia: el 18 de noviembre de 2013 comenzó la investigación.
Luciano nunca estuvo solo, su familia nunca se cansó de buscarlo. Gracias a su lucha y organización constante, a no bajar la cabeza, a apoyarse y crear redes de relaciones fuertes, hoy sabemos, aunque lamentablemente, dónde está y dónde estuvo Luciano todos estos años.
Durante estos cinco años, además de seguir la causa judicial y conseguir asesoramiento legal, familiares y amigos realizaron un centenar de actividades y medidas de lucha, festivales artísticos, cortes de ruta, actividades culturales y reuniones de apoyo escolar en el Barrio 12 de Octubre. Incluso, lograron cerrar y recuperar el ex-destacamento de Lomas del Mirador, como habían prometido, para convertirlo en un espacio de memoria como “centro clandestino de detención y tortura en democracia”. Durante la toma de este espacio se transmitió desde allí un programa de radio llamado Radio Zona Libre que aún hoy sigue al aire. Un programa que trata temas como las desapariciones en democracia, los conflictos sociales y los problemas del barrio, además de difundir las actividades que realizan los vecinos de la zona.

A Luciano lo mató la policía. A Luciano lo encontraron en Chacarita como NN después de cinco años. Su cuerpo estaba descalzo, atropellado, muerto, como si nadie hubiera reclamado por él. Esto es injusto; es injusto y es siniestro. ¿Dónde está la policía asesina? ¿Dónde están quienes abogan por nuestra integridad, salud y protección?
A Luciano lo buscó su familia por cinco años. Fueron cinco años de lucha y amor por un hijo, un hermano, un amigo, un vecino que desaparecieron. Luciano no se perdió, no se escapó. A Luciano lo mató la policía, y eso tiene que quedar claro. La historia de Luciano, como la de tantxs otrxs, es parte de la historia que nos toca vivir y es parte de la democracia representativa que tanto se defiende.
El aparato de control aprieta, succiona, presiona y te saca el mínimo resto de inocencia que te puede quedar por vivir con tanta indiferencia por parte del resto de la sociedad civil —ni hablar del Estado. Cuando tus necesidades calan hondo, la herida, ¿se puede volver más profunda? La realidad cotidiana de los barrios está impregnada de hostigamiento, persecución, abusos de poder y criminalización de la pobreza. Ese aparato de control (Estado, Policías, aparato judicial, con su pata en los medios masivos de comunicación) es impune y ejerce su poder instalando miedo, creando monstruos que no existen, o que existen engendrados por ellos mismos. A Luciano y a lxs Lucianxs, los desaparecen todos los días.

Ahora sigue una etapa de luto, de cerrar algunas heridas. Sanar algo de este dolor visceral, si es que se puede, y seguir adelante para esclarecer y continuar con la investigación de esta causa que no puede quedar impune. Seguir luchando por lxs pibxs de los barrios que son perseguidxs, hostigadxs y asesinadxs todos los días. ¿Cuándo vamos a entender que ningún pibe nace chorro, y que mayor seguridad no implica más policía?
“Por Luciano y por todxs lxs Lucianxs. Ni ausente ni perdido, detenido y desaparecido por la policía bonaerense.”
Noviembre de 2014
Guadalupe

Noviembre 2014