Un vistazo a Marinaleda

escribe Urco▹
Pegale a Altamira, ¡pero con la izquierda! Urco nos cuenta por qué los partidos de izquierda sistemáticamente dejan de lado al pueblito andaluz de Marinaleda, paraíso socialista en auge.

Criticada por todos, se desconoce su trascendencia y pareciera no ser reivindicada más que por sus propios actores: Marinaleda, pueblo agrícola en el corazón de la Sevilla andaluz, mantiene desde hace tres décadas un sistema de gobierno comunitario donde no existe la explotación laboral, convirtiéndose así en un símbolo de cambio y resistencia en la abrumadora crisis capitalista que padece la Unión Europea en la actualidad. Por este motivo, el cardumen de El Pez atraviesa el Atlántico y arriba a las costas mediterráneas del viejo continente. En el mar de la crisis, nuestra querida revista se pone al hombro la tarea de difundir esta lucha sindical agraria y de base al mismo tiempo que analiza los motivos del desinterés de los partidos de izquierda sobre esta experiencia.
La década del 1980 significó para la mayoría de los países capitalistas occidentales la entrada al neoliberalismo. A un nivel político, esto significó el fin de la intervención de los estados nacionales en la economía, una política que duraría hasta entrado el nuevo milenio. De ésta forma, las dictaduras militares que habían intervenido en los países de Latinoamérica para asegurar el libre mercado y los beneficios del capital extranjero se desmoronaban o estaban a punto de hacerlo. En Argentina, la vuelta a la democracia trajo una tibia primavera radical que, apoyada por gran parte de los jóvenes que sobrevivieron a la dictadura, sostenía banderas más bien constitucionales y de derechos universales que habían sido pisoteados por los gobiernos anticonstitucionales que lo antecedieron —categoría donde también caben los gobiernos radicales de la década del sesenta. Sin ir más lejos, el spot publicitario de la campaña del padre de la democracia era un discurso de Alfonsín en el que leía el preámbulo de la Constitución. La propuesta alfonsinista, no obstante, se presentaba en la escena política como una verdadera alternativa, a la cual se le oponían proyectos peligrosamente militaristas.
En Marinaleda, en cambio, la vuelta a la democracia fue en realidad una salida al capitalismo. Luego de una dictadura más cruenta y larga que la argentina, que además fue consecuencia de un movimiento político, sindical y obrero mucho más profundo y real, sobrevino un proceso de organización sindical de base que logró consolidarse en la mayor parte de los trabajadores rurales de aquel rinconcito andaluz. Siendo un pueblo agrario y pequeño, de no más de 3.000 habitantes, la consigna de “la tierra es para el que la trabaja” logró rápidas adherencias. En este sentido, el Sindicato de los Obreros del Campo (SOC) encaró la lucha y la organización en dos frentes. En lo que respecta al área más bien institucional, el sindicato se sumó a las luchas electorales que sobrevinieron a la caída del franquismo en 1979. La Candidatura de Unidad de los Trabajadores (CUT) fue la lista del sindicato y también la ganadora de las primeras elecciones democráticas en Marinaleda después de varias décadas. En el ámbito propiamente sindical, entendido como espacio de lucha y reivindicación, lo que primó fue la organización asamblearia, donde se empezaron a tomar las decisiones más urgentes y profundas. Es así que en el año 1789 se organiza una huelga de hambre de los trabajadores agrarios y obreros de la zona, así como también la ocupación de tierras a los grandes propietarios. La ocupación siguió en pie y con miras a la expropiación: para el año 1985 ya estaban ocupadas las tierras del cortijo El Humoso propiedad de la duquesa del Infantado y cien propiedades más, dando lugar a numerosos procesos judiciales que resultaron a favor de la Municipalidad de Marinaleda. En 1991 el pueblo consigue legalmente la propiedad de las 1200 hectáreas de las tierras de la duquesa, y seis años más tarde El Humoso se trabajaba de forma colectiva y comunitaria por sus propios campesinos, sin más patrón que sí mismos, organizados en la Cooperativa Marinaleda SCA. Por la misma fecha se organizó una planta conservera para procesar las materias primas del campo y poder venderlas al mercado. De esta forma, quedó abierta la posibilidad a los habitantes de Marinaleda de trabajar en el campo o en la ciudad, ya sea en la fábrica o haciendo trabajos estatales como la educación o la administración municipal.
Absorbidas todas las fuentes de trabajo por el municipio de Marinaleda o por la Cooperativa, se alcanzó el pleno empleo y se fijó un salario único para los trabajadores del estado y la Cooperativa. Pero no todo en la vida es trabajo, por supuesto. Los habitantes de Marinaleda pueden obtener una parcela de tierra para construirse su propia casa por el módico precio de €15 al mes. Pagando la cuota, el municipio te brinda los materiales y colabora en la construcción de la casa con personal capacitado para realizar el trabajo. Una vez construida, la casa no puede ser vendida ni alquilada, es decir que no se puede convertir la vivienda en una mercancía. Cabe aclarar que esto no es pavada, si se enmarca en un contexto mundial en el cual la concentración de la tierra y los medios de producción han llegado a niveles alarmantes. Tan alarmantes, querido lector, que quizás sea ésta una contradicción estructural del modo de producción capitalista, pudiendo llevarlo hacia su propia ruina. O tal vez no, y simplemente veamos pasar por nuestros ojos la mayor dictadura inmobiliaria y agrícola de todos los tiempos.
El cambio más radical en la organización de Marinaleda es simple, pero a la vez profundo. Simple, porque en ningún momento se planteó la necesidad de acudir a verdades decimonónicas preestablecidas para lograr una mayor organización. La asamblea en este sentido es el órgano legitimador del movimiento y constituye la base de la organización y las proyecciones que en ella se resuelven. Profundo, porque se logró revertir una de las grandes paradojas de la modernidad y el capitalismo. En Marinaleda, por más ínfima que parezca su importancia a nivel mundial, se puso “lo económico” al servicio de lo social. Parece peronista, pero no es chiste. Indefectiblemente el ser humano tiene que generar sus propios medios para poder desarrollarse y subsistir, la gran pregunta reside en la forma en que socialmente se realiza esa tarea. El logro más profundo en Marinaleda, entonces, es haber reunido al trabajador con sus herramientas de trabajo y con su vivienda, haber eliminado la relación patrón-obrero y hacer de esto un sistema de producción y gobierno estable.
En medio de la crisis capitalista europea, es entendible que los medios hegemónicos de comunicación no difundan el caso del único lugar del continente donde la crisis pasó de largo. Pero con Marinaleda sucede que tampoco abrazan su causa los partidos de izquierda tradicional. Digo tradicional, para diferenciar a la izquierda marxista y/o trotskista de la nueva izquierda o los socialismos del siglo XXI. Resulta que Marinaleda logró acceder al poder sin ninguna estructura partidaria o burocrática, porque su proceso de cambio nació del seno mismo de la organización sindical de base. Sujetas todas las decisiones a la asamblea, fue este su órgano máximo de decisión y consulta, despojando del movimiento cualquier receta revolucionaria preestablecida. Es decir que las contradicciones inherentes al capitalismo no significaron ningún cambio para Marinaleda, sino que fue la organización y la lucha de los trabajadores la que generó una transformación en las relaciones de producción.
En fin, no es el objetivo de este artículo convertir la crítica a la izquierda en deporte nacional, sino reivindicar los procesos que realmente generan un cambio en la forma de vida. El acceso a la vivienda sin mercantilizarla, la eliminación de las relaciones de propiedad tradicionales, colocar a la asamblea en el centro de la toma de decisiones de la comunidad, la posibilidad de elegir entre un abanico de posibilidades laborales y educativas un proyecto de vida, son sólo algunas de las banderas que ha logrado levantar y mantener flameantes la población de Marinaleda durante las últimas tres décadas. Su lema, “una utopía hacia la paz”, parece haberse hecho realidad.

Ilustración por Mar RojoNoviembre 2014