Tres para El Pez #10: Osvaldo Brizuela

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Tres guitarristas argentinos para disfrutar junto a Osvaldo "O-Bri" Brizuela.
Noviembre del año pasado me encontró pisando las tierras de la madre de ciudades justo a tiempo para presenciar la segunda edición del Festival de Jazz de Santiago del Estero. Entre sobremesas de asado y varios conciertos memorables (el trío de Leo Genovese improvisando con músicos santiagueños a la par del histórico Juan Saavedra bailando con boleadoras, que bien podría haber sido un delirio del redactor de Caminos cruzados), me llevé la sorpresa de encontrarme, en la programación del festival, con un músico del que las redes sociales se habían ocupado de obligarme a seguir de cerca.
Osvaldo Brizuela (también conocido como O-Bri) lleva adelante una intensa actividad como músico, artista visual, escritor y docente en su Córdoba natal desde hace varios años. A la hora de citar su currículum (que vale la pena revisar por separado), Proyecto tiempo real, Falla de origen, Dream Jazz o 11 intentos de vestir el silencio son algunos ejemplos de cómo el cruce de medios y lenguajes resulta en este caso la obra en sí misma. Comparte además un dúo de improvisación con el guitarrista porteño Juampy Juárez que fue con quien tuve el gusto de verlo tocar.
En plena preparación para la presentación cordobesa de su reciente disco solista AIRESUENAENPIEL, que puede escucharse y bajarse en Bandcamp, intercambiamos mails en los que además de charlar sobre su actividad multifacética nos adelantó que este año visitará nuestra parte del país con sus canciones y con nuevo disco bajo el brazo, acompañado por un colega porteño.
¡Gracias, Osvaldo!


:: TRES GUITARRISTAS ARGENTINOS
1. Juampy Juárez
2. Darío Iscaro
3. Horacio Burgos
Juampy Juárez por su vuelo y capacidad de juego; Darío Iscaro por proponer nuevos espacios y texturas desde la guitarra; Horacio Burgos porque es ésta tierra hecha música.

¿Cómo conviven en el día a día el músico, el artista visual y el escritor? ¿Hay una manera específica para realizar un trabajo sostenido en cada una de esas áreas? 
Siempre sostengo que cuando se “sintoniza” sólo se es; una suerte de vehículo del ahora, más allá de estilos, disciplinas y formas. Las ideas y los conceptos cobran vida y piden maneras de ser canalizadas. En mi caso hay cuentos que nacieron de la improvisación que con los años se transformaron en puestas audiovisuales, sueños que cobraron vida en narraciones y narraciones que mutaron a canciones, son fotos o alguna pintura…      
Siento que somos almas que esperan sintonizar y canalizar más allá de las formas del arte. Vivo procurando ser permeable a esa idea, proyecto en espejos que respeto porque a diario me devuelven el que soy y también el que aún no animo a ser. El arte es búsqueda, la cotidianeidad de universalizar mi singularidad.

¿Cómo y cuándo fueron apareciendo esas tres disciplinas aparentemente disímiles?
Respeto al niño en mí, ese niño al que recuerdo mientras corría un carro por calles de tierra en un barrio de Córdoba, que escuchaba a su madre hablar, al perro ladrar, a la televisión sorda pero no muda que acompañaba... Todo convivía en mi cabeza: palabras, arte sonoro, colores, formas. Siempre una guitarra y la trompeta de mi padre, testigos de esa crónica cotidiana.

¿Considerás que son labores que tienen puntos en común en sus procesos creativos? En caso afirmativo, ¿dónde y cómo suceden esas coincidencias?
Desde mi cierta sinestesia los colores son formas y sonidos y las texturas disparan frecuencias, así que me llevó unos años ordenar y hacer de esa percepción un lenguaje. Al comienzo, de tan obsesivo, todo lo escribía. Muchas partituras eran testigos de esa obsesión, hasta que un día decidí “relatar” una escena que habitaba en mi cabeza, hablar desde un lenguaje teatral del sonido, de cada instrumento y rol como personajes de una obra. Así devino el concepto y la particella de los instrumentistas en ese momento. Solo fue generar sintonía, la música estaba en ellos, ya sabían que interpretar. Las letras de mis canciones son breves relatos y el arte sonoro y visual permiten nuevas lecturas y percepción desde otros sitios, re-significar lo cotidiano y estimular a quien escucha.

¿Cómo llegan las canciones de AIRESUENAENPIEL? Para un músico que tiene una pata también puesta en la música instrumental y la improvisación, ¿qué diferencias implica trabajar en ese formato?
Soy de los creen en la poesía de las letras, en respetar el idioma para describir minuciosamente las emociones nacidas desde la honestidad. Escribo canciones desde adolescente, pero en mi búsqueda siempre habitó la improvisación, tanto con instrumentos convencionales como con otras diversas fuentes sonoras.
Espectáculos como Toys (música con juguetes) o No tune up (con instrumentos desafinados), mi banda Té con Orangutanes o el Proyecto Tempo Real son todos espacios de juego, de improvisación. De allí también surgieron propuestas como Dream Jazz (clásicos del jazz + arte sonoro y visual) y Falla de Origen (música argentina + arte sonoro y visual). La improvisación es la madre en el arte y en mi vida de todos los días.
AIRESUENAENPIEL es un disco de canciones al cual invité a 20 artistas a jugar. Relatos de vida, diario de viaje. Las letras me describen y desnudan y si bien las letras permanecen siempre son vestidas de diversas maneras así me resultan frescas.

¿De qué manera afrontás el proceso de llevar esa música a las presentaciones en vivo?
Como una ceremonia. Convoco a los músicos que participan, a los artistas visuales, a los que ayudan en prensa y difusión y a veces les leo las letras o les cuento los por qué. Los necesito como parte activa del proceso. Ellos también son la obra que muta. Suman desde su entendimiento, sensibilidad y trabajo. Hay cierta ansiedad siempre, me cuesta no habitar el futuro.

A principios de año presentaste además el proyecto 11 intentos de vestir el silencio. ¿Hay intenciones futuras de retomar el trabajo a guitarra sola?
Siempre está esa posibilidad. 11 intentos fue mi respuesta a quedar difónico sin poder cantar durante un mes. Fue momento de silencio interno que dio origen a otras voces.  En esas obras, que siento como pequeñas canciones aunque instrumentales, me permito el punto de contacto entre mi formación en guitarra clásica, el jazz y el pop. Nunca sé como tocaré cada obra, ellas me muestran el camino de cómo ser interpretadas en ese momento.

Como parte de la escena cultural cordobesa, ¿qué podés contarnos de las movidas de allá? ¿Qué cosas podrías recomendarnos?
Córdoba está en ebullición continua, desde el teatro y otras disciplinas. En música hay una gran formación a través de escuelas de trayectoria, sea en la escena de la música contemporánea, en el jazz (el Cordoba Jazz Festival da testimonio de eso), en el pop rock (propuestas como las de Sir Hope, Fly Fly Caroline), Nuna Malta y tantos otros aparte de los ya consagrados, como Sur Oculto o Eruca Sativa. También en creadores como Héctor Tortosa, Darío Iscaro y bandas de nuevas generaciones que refrescan la libertad en el arte de cada día.

Enero/Febrero 2015