Mansión Forster para amigos imaginarios

escribe Federico Dalmazzo y Urco▹
Progresismo porteño a las trompadas. Urco y Fede revisan qué pasó y qué no, durante el Foro Internacional por la Emancipación y la Igualdad

CHOMSKY A LA CALLE
Según Richard Larson, científico del MIT y profesional de la ciencia de la espera, una persona común puede llegar a pasar hasta tres años de su vida esperando en algún tipo de fila o embotellamiento.  La ansiedad, la paciencia y la irracionalidad suelen salir a flote y entrecruzarse trágicamente en la cola de un banco o un estancamiento de tránsito. En primera instancia, el ciudadano común suele aceptar su destino y se resigna a la espera, charla con el de al lado, se toma un mate y hasta puede disfrutar de la compañía de quienes lo rodean. En realidad, es una gran oportunidad para restablecer los lazos sociales que intenta romper permanentemente la modernidad capitalista. Pero justo cuando esa idea empieza a emerger en los esperanzados de la fila, surge otra fuerza, aún más potente y avasalladora, una fuerza que va comiendo hasta lo más profundo de la voluntad del que espera. La irracionalidad, la pérdida del sentido común y, por último, la violencia van ganando terreno a medida que los mates se lavan y se agota el agua, a medida que la espera se apropia del futuro de la fila en su totalidad.
El pasado jueves 12 de marzo fue el primero de los tres días del Foro Internacional por la Emancipación e Igualdad, convocado por la Secretaría de Coordinación Estratégica para el Pensamiento Nacional del filósofo Ricardo Forster.  Intelectuales de Latinoamérica y Europa se hicieron presentes en el foro para debatir sobre alternativas al neoliberalismo y la situación actual de los países sudamericanos en la política mundial. Todavía no sabemos por qué, pero el Foro tuvo lugar en el mítico Teatro Cervantes, con capacidad para novecientas ochenta personas. Nunca se engordaron tanto las filas del progresismo en Argentina como en esta ocasión. La espera dio la vuelta a la manzana, donde una extraña emoción y fanatismo recorrían las caras de los que esperaban;  viejos militantes, jóvenes e intelectuales hacían conjeturas sobre la situación de Venezuela y se sentían ya parte del debate. Luego de casi cuatro horas de espera, el equipo de El Pez Digital —último en la fila— recibió la noticia de que la capacidad del teatro había sido colmada, dejando a cientos de personas abandonadas en su ilusión. Las filas se dividieron entre quienes decidieron ir a escuchar a la plaza con pantalla gigante las conferencias de los ponentes y los que, dejando su pasado progresista en la esquina de Cerrito y Córdoba, se amontonaron furiosos en la puerta del teatro. Las rejas ya habían sido cerradas y sólo se podía ver a los guardias de seguridad custodiando las entradas. Allí, el equipo de El Pez Digital accedió a  la información de que un tercio de las butacas del teatro estaban previamente reservadas para invitados oficiales y miembros de la prensa. Al grito de “no al campo vip” y “Chomsky a la plaza” la multitud hizo que el director de la Biblioteca Nacional e invitado del Foro, Horacio González, saliera inútilmente a tranquilizar a los concurrentes.
  Entre cantos de cancha, viejas enojadas y gente que aseguraba estar primera en una fila que ya no existía, el clima fue convirtiéndose cada vez más en clima de guerra. La organización del evento se preguntó, recién en ese momento, por qué habían hecho el Foro en un lugar tan pequeño, por qué no utilizaron Tecnópolis o cualquier espacio con una capacidad más inclusiva. La solución a los pedidos de los excluidos fue permitir la entrada azarosa, de a una persona por vez, hecho que se repitió alrededor de tres o cuatro veces enojando todavía más a los que esperábamos afuera. Ya eran las cuatro de la tarde, nos habíamos perdido la inauguración del Foro y estaban por empezar a hablar los primeros panelistas. Luego de una pelea entre un sujeto de remera amarilla y una señora completamente furiosa por un supuesto caso de viveza criolla y adelantamiento en fila, un grupo de los ahora manifestantes se dirigió a una tercera puerta que permanecía abierta por ser el lugar donde se ubicaban los cables que daban sonido al teatro. El equipo de El Pez, víctima de la fuerza avasalladora de la multitud, se vio involuntariamente conducido hacia la puerta de acceso más ilegal del teatro. Justo cuando se cerraban las puertas, quien esto escribe logró entrar al teatro junto con sus compañeros, siendo los últimos beneficiados del voraz operativo de entrada.
Alrededor de veinte o treinta personas nos encontrábamos ahora adentro del teatro, justo donde se preparaba el catering para la gente de prensa y los palcos. En cuestión de segundos se llenó aquel pasillo de guardias de seguridad que no entendían por qué una manga de desesperados tenía tanta ansiedad y apuro por ver a Chomsky o a Ricardo Forster, y cubrieron todas las salidas de ese pequeño pasillo. Víctimas de no poder hacer nada más que dejarnos entrar —ya que cualquier tipo de represión en el Foro hubiera significado la catástrofe en la prestigiosa carrera intelectual y política de  Forster—,  el jefe de seguridad nos comunicó que, en realidad, muchas de las butacas de prensa estaban vacías y no había quien las ocupara. De modo que nos irían ubicando en los distintos palcos en pequeños grupos mientras los restantes guardias de seguridad se encargaban de trancar la puerta ante el supremo enojo de los que se habían quedado afuera por segunda vez en el día. Desde ese momento en adelante, el equipo de El Pez se vistió de la prensa más profesional y accedió a los glamorosos palcos italianos del Teatro Cervantes. En unas butacas que recordaban el asesinato de Lincoln, desplegamos el trípode, pusimos la cámara y preparamos los papeles para tomar nota y documentación de todo lo que estaba por suceder. Antes de continuar, nos invadió por un segundo la tristeza de haber perdido ya a nuestros compañeros del operativo, y hasta nos preocupamos por la primitiva pero eficaz organización espontánea que se puede dar cuando la gente está enojada. Pero inmediatamente le dieron la palabra a Constanza Moreira y nuestras pequeñas hojas de apuntes se empezaron a llenar para escribir esta nota. El estudio sobre las formas de organización espontáneas quedó en un segundo plano, tal vez, para alguna nota futura de esta revista.



¿UN FANTASMA RECORRE EUROPA?
La sorpresa del foro fue la presencia de Iñigo Errejón Galván, el joven secretario político del partido español Podemos. A grandes rasgos, la originalidad del nuevo partido español reside en que, dentro de su conformación política e ideológica, consideraron y tuvieron en cuenta como referencia los procesos latinoamericanos de este siglo. Esto puede indicar grandes cambios en la política europea y hasta puede ser un signo del avenimiento de una renovación política en el viejo continente. Se estarían cambiando los roles establecidos a lo largo de cientos de años y descentralizando la capacidad del Viejo Continente para dar letra en ciencia política. De hecho, Iñigo Errejón trata estos temas y más en una interesante tesis sobre el surgimiento del MAS y las bases para una renovación en la ciencia política.
 En un país bipartidista, donde las diferentes vertientes de turno del Partido Socialista Español (PSOE) y el Partido Popular (PP) se reparten permanentemente los manejos gubernamentales, el lugar que le queda a la izquierda es bastante incómodo. Izquierda Unida, fundado en 1986, once años después de la caída de Franco, mantiene en la actualidad algunas intendencias, como sucede en Andalucía, y legislativamente denuncia los acuerdos y ajustes del gobierno de turno. Decíamos que este papel es incómodo, más que nada porque le quita sorpresas a la política y la hace previsible. Aquí volvemos una vez más a la originalidad de Podemos, que estaría intentando romper con el reparto de roles partidarios en España.
 En su flamante discurso —vale decir que emocionó a más de uno— Iñigo Errejón decidió no emitir opiniones sobre la situación latinoamericana frente al imperialismo yanqui, y tuvo un discurso más bien keynesiano. Propuestas macroeconómicas saludables, un Estado fuerte y al servicio de la gente y, sobretodo, abogando a la esperanza como primer recurso en la política, Podemos propone algo radicalmente nuevo en la política española y europea; ya que la última y primera vez que hubo estados de bienestar en Europa fue bajo la tutela de Estados Unidos, y bajo un proceso conjunto y unificado posterior a la Segunda Guerra Mundial. En el contexto actual, un gobierno como el que propone Podemos, debería enfrentarse, por lo menos, con la Unión Europea y con Alemania para cumplir mínimamente sus propuestas. Ni hablar de que su creciente peso electoral podría hacer tambalear los cimientos de los partidos tradicionales españoles. Haciendo futurología, que según Ruggeri es uno de los deportes más lindos de un buen izquierdista, un bloque conjunto entre Grecia y España que dispute las políticas de la UE puede significar, no un cambio de rumbo, pero sí unos buenos palos en el camino del recalcitrante neoliberalismo europeo.
No obstante, en Latinoamérica, y más precisamente en Argentina, una propuesta como la española no tendría el mismo éxito. La presencia del peronismo y el radicalismo condiciona fuertemente el surgimiento de nuevos partidos de alcance nacional, la fragmentación partidaria de la izquierda permite ubicarse en un abanico de posibilidades cada vez más a la izquierda y todo el espacio librado en el medio de estos dos sectores ha sido copado por una corriente bamboleante que tira para los dos lados. Es decir: en Argentina, el cupo está lleno. Salvo una excepción, una fuerza que se propaga con un creciente alcance político y electoral: el macrismo. La originalidad de este movimiento es que pareciera captar un electorado no muy convencido pero indiferente a la política como la conocemos. Sin despertar pasión, militancia, ni un interés político significante crece a nivel nacional y es, a meses de las elecciones en nuestro país, uno de los partidos mejor parados en cuanto alianzas y candidatos.
Pero volvamos a Podemos. El día viernes 13, día siguiente de la presentación e Iñigo Errejón en el foro, el equipo de El Pez cubrió el acto de presentación organizado por Podemos Argentina en la facultad de Sociales. Allí, se trataron casi los mismos temas que el día anterior, salvo que con un toque más de sinceridad. Se habló de superar la división entre izquierda y derecha y, sobretodo, se dejó bien en claro que la propuesta del partido no es reformar el Estado, sino hacer un buen uso de las instituciones. O sea que de revolución, nada. Pero el error sería pensar que esto no cambiaría nada en la política europea. Plantear que en la actualidad existen instituciones que realmente pueden funcionar, que el sistema en su totalidad no necesita una reforma sino un uso digno, humano y “al servicio del pueblo”, como se dijo en la Conferencia, no es revolucionario pero sí plantea un cambio, al menos en la calidad de vida de la gente.
El dilema planteado por la derecha española es que es imposible hacer funcionar esas instituciones de otra manera; que, una vez en el poder, uno tiene que adaptar su plan de gobierno al contexto político mundial —en este caso, subordinarse a la voluntad alemana— y, en definitiva, tomar decisiones dolorosas en nombre de su país y por su propio bien. Pero, ¿qué dice la izquierda? Increíblemente, los caminos más distantes pueden entrecruzarse en política. El marxismo sostiene que el sistema capitalista actual no tiene otra salida que su propia destrucción, que sus contradicciones inherentes son más fuertes que la voluntad de cualquier gobernante de turno o partido político. La diferencia radicaría en que el marxismo propone una salida revolucionaria a la imposibilidad de mejorar este sistema; es decir, mejor cambiarlo por uno nuevo, más bonito.
Pero el Foro fue largo, los ponentes numerosos y sus discursos interesantes. Para no pecar de eurocentrismo, seguiremos adelante con los discursos del bloque representado por Brasil, Argentina y Uruguay hasta llegar al corazón de la unidad latinoamericana.


¿UNIDOS O DOMINADOS?

“Pienso yo que el año 2000 nos va a sorprender o unidos o dominados; pienso también que es de gente inteligente no esperar que el año 2000 llegue a nosotros, sino hacer un poquito de esfuerzo para llegar un poco antes al año 2000, y llegar en mejores condiciones que aquella que nos podrá deparar el destino, mientras nosotros seamos yunque que aguantamos los golpes y no seamos alguna vez martillo; que también demos algún golpe por nuestra cuenta.”[1]


Sin querer ofender a ningún lingüista, ni a profesionales del campo de la lengua, campo ajeno a nuestro estudio y conocimiento, nos atrevemos a decir que los griegos y los romanos instalaron en la oratoria un montón de cuestiones que influyen en el contenido del discurso, pero que no están precisamente en su interior. Estamos hablando de la forma, la gestualidad, el dónde, el cuándo de un discurso y un largo etcétera.  Dejando atrás los ridículos efectos de someter a una pequeña injusticia a un grupo de personas que, por relación directa con la temática que lo aglutinaba, era altamente propenso a reclamar, exigir, organizar sus demandas y cantarlas, entre otras tareas de agitación, tenemos que preguntarnos, ¿cuáles son los alcances y limitaciones del Foro por la Emancipación e Igualdad? ¿Qué objetivos persigue? ¿Hacia qué público se dirige? ¿Por qué no podemos disfrutar de esto sin tanto criticar?
Apenas se anunció la fecha del Encuentro por la Emancipación e Igualdad, nos preguntamos: por qué en Argentina, por qué ahora y, finalmente, por qué no se hizo antes. Las respuestas salieron a flote y en cantidad; se tocaron temas que desbordaban nuestro alcance de discusión. La presencia militar de Estados Unidos en el continente, las revoluciones de independencia, las dictaduras militares en todo Latinoamérica, el neoliberalismo, etcétera. Por detrás de todos ellos, un hilo conductor que sale fácilmente a la vista: el desarrollo conjunto de la historia de los pueblos americanos como una totalidad. Si bien hay casos aislados —por ejemplo, Cuba en los ’90 o Chile en la actualidad— los países del Cono Sur han compartido la historia que los separa en su individualidad y los abraza, esperemos, en el futuro. Es así que, a grandes rasgos, se consolidan en cierto momento las economías agroexportadoras de materias primas y los países bananeros, las dictaduras militares a mediados de siglo, el neoliberalismo y finalmente, esto que todavía nadie logra definir.
Uno de los temas que recorrió el Foro en casi todos sus postulantes fue la presencia militar y política de Estados Unidos en el continente. Es obvio que la injerencia a nivel mundial del imperialismo yanqui ha disminuido, sobre todo desde principios de este siglo y sus derrotas en Afganistán e Iraq. Pero cabe preguntarse también si esto fue un mérito propio de las políticas latinoamericanas o si fue producto de la propia política expansionista estadounidense, que tarde o temprano se hizo insostenible. Y también cabe aclarar que Estados Unidos tiene todavía más de cincuenta bases militares en este lado del continente, en puntos estratégicamente elegidos. Y, sobre todo, hay que aclarar que Estados Unidos no es sinónimo de imperialismo. O, mejor dicho, lo es, pero no de forma exclusiva. Es decir, que no sólo Estados Unidos puede impedir un desarrollo autónomo, sostenible e industrializado en Argentina, y es en este punto donde hay que tener cuidado con los imperialismos silenciosos como el de China o Rusia.
Contándose entre quienes evitaron que todo se volviera un sopor agradable en el que “somos todos amigos y ya está todo resuelto en la Patria Grande”,  se escuchó a una encendida Piedad Córdoba, ex-senadora colombiana, proscripta en 2010 por su apoyo al proceso de paz, prohibiéndosele ocupar cargos públicos por 18 años. Notable oradora, puso sobre la mesa el hecho de que la estructura política antiimperialista se está quedando corta ante el avance de la Alianza del Pacífico, como recordó que Colombia, Chile y México siguen siendo una amenaza a la seguridad regional por su íntima relación con el militarismo estadounidense.
 “Hoy es muy preocupante, por ejemplo, ver cómo se reacomoda la cuarta flota. Y esa cuarta flota, que está, precisamente, en los mares caribeños, estuvo muy presente cuando se da el golpe en Honduras y cuando se da ese golpe en Paraguay, y donde, además, una de las discusiones más fuertes que se va antecediendo a la reforma constitucional que hacía el presidente Zelaya, también se da sobre la decisión que tenía de desmontar la base militar que estaba en esta región.”
Aunque el diagnóstico de la militante caribeña no fue optimista, ya que no lo es la situación política colombiana, fue útil para no perderse en los mares de la condescendencia en que otros no pudieron evitar naufragar al dar su punto de vista. Este sería el caso del brasilero Emir Sader, quien más allá de su brillante y clarísima defensa del Estado de Bienestar, parece que no se enteró de que todos los que estábamos allí sabemos que la última década fue mejor para nuestros pueblos que la década del noventa (no vimos muchos troskistas), y lo repitió hasta el cansancio, omitiendo felizmente varias contradicciones. Aunque marcando claros enemigos, como “la utopía del shopping center”, los medios hegemónicos (reconociendo que “casi se perdió la elección porque Brasil no ha avanzado nada hasta ahora en la democratización de los medios de comunicación”), o la hegemonía del capital especulativo, que “no financia la producción, no financia el consumo, no financia la investigación tecnológica, vive de compra y venta de papeles” y “no ha generado ni un bien ni un empleo “, calló, así como el resto de los exponentes, al señalar a los enemigos internos del proceso emancipador.
 Así es como todos lograron cultivar los mismos aplausos sin importar si estaban presentando propuestas distintas, lo que en un principio pensamos se debía a una mala planificación, es decir, la falta de debate y de crítica, fue revelándose con el tiempo como parte del planteo mismo del foro, diseñado para que nadie se sintiera incómodo y cada quien dijera lo que quisiera o aplaudiera a quien quisiera sin sentir culpa por pertenecer a proyectos dudosamente compatibles. Por esto mismo, ya no nos sorprendió que se le haya dado un espacio a Mariano Recalde en la última mesa sin que siquiera figure en el programa o lo muchísimo que se le mostró apoyo a Venezuela, aun cuando el gobierno argentino no muestra voluntad de pagar la deuda millonaria que tiene con aquel país y que tan bien le vendría.

Otro de los temas que recorrió el foro fue la voluntad popular y su contrapartida en las urnas a la hora de votar. Y, directamente relacionado con el punto anterior, parte de la injerencia política de los Estados Unidos que antes elegía o deponía candidatos desde su embajada ha sido reemplazada por mayorías electorales que han logrado imponerse a la hora de definir su presidente. Este patrón se ha repetido en la mayoría de los países de este lado del continente, incluso los más populosos como Brasil, Venezuela o Argentina. Es en este sentido que se plantea un bloque latinoamericano, en una cantidad de países que expresan la voluntad popular marcada en las elecciones. Una vez en el gobierno, estos países con gran apoyo popular lograron crear organizaciones internacionales suramericanas como Petrocaribe, Unasur o el ALBA que fomentan y refuerzan la unidad latinoamericana y rechazan la injerencia extranjera. No obstante, que exista un bloque latinoamericano con estas características no implica que todos sus participantes fomenten este tipo de políticas puertas para adentro. En algún punto, se tomó como condición para entrar en el bloque esta cuestión de la masividad electoral. Es cierto que refleja un apoyo sin el cual sería imposible tomar medidas contrarias a los grandes concentrados de poder y, también, es una condición bastante endeble. No queremos ni recordar las infamias que ganaron masivamente a través del voto popular.
En este brindis adelantado por la liberación a realizarse, dependió de cada exponente entregar algo útil. Fue el caso,  por ejemplo, del ecuatoriano René Ramírez; de Nicolás Lynch, que explicó la situación de la izquierda en Perú y cuán débil es el brío latinoamericanista que se vive allí; o de Vladimir Acosta, que se tomó su tiempo para recibir las ovaciones por cada salto al vacío que dio Chávez en pos de la unión sudamericana y caribeña, para luego recordarnos que éste es el momento de devolver los sacrificios, que amor con amor se paga. Pero si buscáramos la estrella de todo el evento, algunos supondrían que ese era Noam Chomsky. Estarían equivocados: fue el extraordinario Álvaro García Linera. Aquel galán de la izquierda, con toda la autoridad que le da su historia de vida, preparó una clase magistral sobre la democracia, el Estado y la esperanza como motor de la política revolucionaria, pero por sobre todo, de cómo basar el razonamiento en el análisis de las contradicciones. La dialéctica en persona. Decía:
“¿Las izquierdas deben plantearse el tema del Estado, o las izquierdas deben plantearse el tema de la construcción  autónoma de espacios de libertad, de soberanía, de creatividad, de emancipación? […] ¿Hay que tomar el Estado? ¿No se corre el riesgo de que el Estado nos tome a nosotros, y que de revolucionarios nos convirtamos en conservadores? […] ¿Hay que potenciar el Estado o hay que potenciar la sociedad? […] ¿Economía o compromiso?”
Éstas fueron algunas de las preguntas que dejó de tarea para llevar a casa a todo el que quiera pensar, entender y aprovechar la oportunidad histórica que tiene nuestro continente. Porque si algo se notó en el Foro es la pobre capacidad de los intelectuales argentinos para marcar la agenda de la nueva independencia. Mientras que los pensadores supuestamente a cargo del estratégico trabajo de crear marcos teóricos para todo esto que pasa, en realidad, se ocupan de redactar unos prólogos introductorios al Foro —que pocos leeremos—, son los dirigentes y funcionarios estatales, cual mundo del revés, los que nos traen los verdaderos problemas a resolver. El ex-guerrillero, ahora vicepresidente, García Linera, planteó muchos de ellos; pero también dejó claro que, hoy día, la respuesta está en la calle, en la plaza, en las asambleas, en el barrio, en las marchas, en la comunidad, en los sindicatos, e incluso en el Estado:
“Es el uno y lo otro. Si solamente nos dedicamos al ámbito de la autonomía, decimos, ¿pero y el resto de las personas? He abdicado a los poderosos, a los que sí saben administrar de manera monopólica, abusiva y autoritaria esos bienes comunes para uso privado. Es una forma también de cobardía política. Es abdicar a nuestra responsabilidad con la Historia.”
Si bien le recordó a la izquierda idealista que, si quiere cambio, se tiene que embarrar las manos, también advirtió que “capitalismo de Estado no es igual a socialismo, nacionalizar no es igual a socialismo”. Y espantó algunas otras moscas: “no queremos ser parte de una novela de un corto verano. Queremos que dure mucho. Queremos que dure décadas. Queremos que dure para siempre. Y eso es la economía”.


POR LA TV PÚBLICA
Los alcances y objetivos del Foro fueron, para nosotros, un enigma hasta que vimos una de las repeticiones en la TV pública. El programa, conducido por el ex director de Le Monde Diplomatique, Ignacio Ramonet, consistía en intercalar las ponencias de los participantes con un breve comentario del conductor. Allí, nos aclararon todas las dudas. Ramonet lo dijo bien claro, “el Foro ha marcado una nueva agenda intelectual”. No una agenda política. El orden en las ponencias, el tiempo para hablar, los temas pactados desde antes por la organización del Foro y la imposibilidad de contestar o discutir entre los ponentes, hicieron del Foro algo así como una reconfirmación de lo que viene sucediendo a nivel latinoamericano. Se habló mucho de las victorias, del apoyo a Venezuela, del rechazo a la injerencia estadounidense, de la voluntad popular pero, dado el diseño del Foro, fue imposible marcar una agenda política, con objetivos concretos e inmediatos.
 A nivel intelectual, es cierto que marcó una agenda. Una de los grandes problemas de la ciencia política actual, es su eurocentrismo y su falta de atención a los procesos latinoamericanos, los cuales tienen como principal característica su novedad. Uno de los ponentes, el español Iñigo Errejón Galván, licenciado en ciencia política, ha marcado este vacío en la ciencia política moderna en su tesis sobre el MAS en Bolivia. Lo central de la investigación es la posibilidad de cambio social y estructural desde las políticas mismas del Estado, todo esto con una gran participación popular.  Y es en este sentido que todos los intelectuales que fueron al Foro se llevan una tarea enorme a su casa, y es la de teorizar los procesos que están sucediendo en Venezuela o  Bolivia. Pero, ¿qué se llevan los funcionarios estatales que participaron del Foro en representación de sus gobiernos? Bueno, aquí es indispensable no generalizar, pero se podría decir que los allegados de los gobiernos de Venezuela, Bolivia y Ecuador sí aprovecharon la situación para marcar agenda conjunta. De esta forma se le pasó factura a Venezuela por no tener una política como la ecuatoriana en materia de protección de recursos naturales; Linera apuntó a Argentina, Brasil y Uruguay para realizar operaciones conjuntas económicas; y se pidió al gobierno colombiano la negociación inmediata con las FARC y la paz en ese país. 
Por último, hubiera sido indispensable un espacio para la crítica y la autorreflexión dentro del Foro. De hecho, ninguna de las mesas incluyó algún plano retrospectivo, de mirar hacia atrás dentro del mismo proceso y ver qué diferencias existen en la actualidad entre los países y por qué se ha llegado con más profundidad en algunos países y por qué otros se han quedado atrás. Ni hablar de que debería haber tomado en consideración a toda la gente que intentó ir al Foro. Lo descripto en la crónica de la entrada fue muy similar a lo que realmente pasó. Cientos de personas, intelectuales, progresistas, estudiantes, viejos: en definitiva, una concurrencia que suele controlar sus impulsos violentos, completamente enfurecida por no poder entrar al Foro. No es que Chomsky sea el líder espiritual de todos los que concurrieron, sino que, por la excepcionalidad del foro, las ganas de ir se multiplicaron exponencialmente. Por eso celebramos que se haya realizado —y sobre todo, haber podido entrar  al Cervantes— y festejamos la magnífica concurrencia de intelectuales y funcionarios al Foro. Festejamos la presencia de representantes de Europa que vinieron realmente para llevarse un aprendizaje. Pero, consideramos que también es justo, habiendo aclarado nuestro apoyo al Foro y la unidad latinoamericana que persigue, hacer notar la intencionalidad con la que fue hecho. Las cosas hubieran sido distintas si se hubiera realizado en un lugar más inclusivo, más accesible para el público.
Las prioridades expresadas en el Manifiesto de Buenos Aires por la Emancipación y la Igualdad son acertadas, necesarias y cada vez más urgentes. Estamos seguros de que este es un buen camino, así como estamos seguros de que se puede hacer mucho mejor y sin tantas medias tintas. Pero mejor y más claro que nosotros, lo expresó (el compañero) García Linera:
“Nuestra Patria Grande, que está presente en los discursos, en los encuentros, en las emociones compartidas, no va a tener perdurabilidad si no pasamos del encuentro político, del encuentro cultural, al encuentro económico. Empresas conjuntas, producción conjunta, servicios financieros conjuntos. […] El mundo va a cambiar. Porque nos estamos jugando el destino: el destino de la naturaleza, el destino de esta generación, el destino de la vida y de los derechos. […] Estoy seguro de que, más pronto que tarde, aquellas sociedades abatidas por una decepción y una apatía incontrolable, sabrán encontrar el destino para levantar cabeza, para construir su propia emancipación y acompañar lo que América Latina viene haciendo.”



Ilustración por Julián Rodríguez F.Marzo/Abril 2015